Nadie les pidió perdón
Por Nayeli Valencia
@nayevalencia_a
“Ella no sabe dónde está. Todos estos días la ha pasado en un cuarto. Los hombres que la torturan visten de civil, entre un proceso de violación y otra ella es subida a la azotea del lugar…con una enfermera militar. Logra quitarse un poco la venda de los ojos y voltea hacia arriba. Ve la monumental bandera de México hondear fastuosa en el aire, sostenida del asta de 110 metros de altura imponiéndose en la ciudad. La reconoce. Miriam ha estado detenida en el cuartel… en Tijuana. Miriam se siente burlada, toda su vida le enseñaron que la bandera es un símbolo patrio y que la patria es su hogar. El lugar donde ella estaría segura. A lo largo de su vida ha aprendido que el Estado nació para protegerla…para darle derechos. Fue una farsa. Bajo el cobijo de la bandera fue herida, torturada, violada…El Estado es el lobo del hombre, ella está sola y la está devorando”.
Daniela Rea presentó su libro Nadie les pidió perdón. Historias de impunidad y resistencia, en él relata varios acontecimientos de injusticia en México donde los principales responsables de cometerlos son representantes del Estado.
A través de las diez historias busca la visibilización de aquellos casos que no son publicados por los medios de comunicación, además de preguntarse cómo alguien después de ser torturado o violentado le encuentra sentido a su vida y qué significa la justicia en México: “…esta violencia viene del Estado mismo y además a quien le tienes que exigir justicia es al Estado que ya te jodió antes, pero cómo puede uno no volverse loco y esquizofrénico en su vida cotidiana…”, comentó la periodista.
Francisco Cerezo, integrante del Comité Cerezo México, fue el primer invitado encargado de contextualizar los hechos de violencia, del terror provocado por el Estado como una estrategia. Además de familiarizarse con la historia de Rogelio porque sus hermanos vivieron algo parecido. Rogelio fue acusado junto con otros jóvenes de poner un coche bomba. La policía trata de inculparlo a través de torturas. Al final, después de tres años demuestra su inocencia y lo liberan.
Para Diana del Ángel, integrante del colectivo Un rostro para Julio, los textos de Rea hacen que “permanezcamos humanos en medio de la barbarie”. Daniel Peñoñori comentó que la importancia del libro es que Rea “escucha y nos hace escuchar a otros”. Como presentador también asistió Guillermo García, quien reflexionó acerca del cinismo de las autoridades al citar a declarar sobre su propia muerte a un joven fallecido por la ineptitud de las autoridades en el News Divine.
La presentación de Nadie les pidió perdón formó parte de las actividades del seminario de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) titulado Una mesa para compartir objetos. Hermenéutica de la Acción Cultural. Y así como en el seminario forma un espacio para compartir lo común, como ellos se describen; para Rea el libro es como una plaza pública, un medio para encontrarse con las historias de otras personas, “es una convocatoria a sentirnos presentes”.