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Los derechos humanos en la lucha social y de clases

Martes 10 de septiembre de 2024, por Comité Cerezo México

Por: Abigail Arias. Foto: Fecha: 9 de septiembre, 2024

El libro Los derechos humanos: una herramienta de lucha, coordinado por Héctor Cerezo Contreras y publicado por el Comité Cerezo México, se presenta como una contribución relevante en el debate sobre los derechos humanos desde la perspectiva de los pueblos oprimidos.

La publicación impresa se divide en dos secciones principales, este texto ofrece una perspectiva necesaria sobre el surgimiento, apropiación y uso práctico de los derechos humanos en la lucha popular.

El prólogo, escrito por María Adela Antokoletz quien es miembro de las Madres de Plaza de Mayo, resalta el papel transformador que pueden tener las víctimas, no solo como sujetos pasivos de injusticias, sino como militantes políticos.

Los derechos humanos en la lucha social

El libro pone sobre la mesa una visión crítica y práctica de los derechos humanos, alejándose de enfoques meramente teóricos o abstractos.

El texto se enfoca en las inquietudes reales de quienes luchan diariamente por sus derechos y los de sus comunidades, preguntándose no sólo qué son los derechos humanos, sino cómo utilizarlos como herramientas de resistencia y defensa.

El primer capítulo se enfoca en <> y aborda los hechos históricos que dieron lugar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, destacando las raíces ideológicas y políticas que construyeron la noción de los derechos humanos en su contexto más amplio.

El segundo apartado es <> y se orienta hacia cómo los pueblos organizados de la región han adoptado y transformado los derechos humanos en sus luchas contra dictaduras y políticas neoliberales.

El Comité Cerezo México incluye su propia experiencia, aportando su perspectiva sobre la importancia de los derechos humanos como herramienta para resistir y combatir la opresión.

Es este, por tanto, también un homenaje a los cientos de mujeres y hombres que en medio de la adversidad encontraron la fuerza, el coraje y el valor para permanecer luchando cotidianamente, porque comprendieron y nos mostraron que las definiciones se comprueban en las calles y en las marchas, pero también porque defendieron día a día en los mítines y en las denuncias públicas los conceptos, posturas y nociones que los pueblos organizados han construido para que los derechos humanos sigan siendo una herramienta para luchar por la vida digna.

Invisibilización de la lucha de clases bajo un discurso de privilegio

Escrito por Melanie Salgado, el epílogo expone un análisis crítico sobre cómo el uso del lenguaje en frases como <> invisibiliza la lucha de clases.

Sostiene que este tipo de discurso, aunque en apariencia solidario, en realidad refuerza la enajenación y desmovilización al normalizar la desigualdad.

Basándose en el marco teórico del marxismo y el materialismo histórico, la autora denuncia cómo el neoliberalismo ha influido en la percepción de los derechos humanos, tratándolos no como derechos inherentes sino como privilegios o mercancías.

Argumenta que, aunque existen privilegios en la sociedad capitalista actual, estos no deben confundirse con derechos legítimos.

Un ejemplo claro son las concesiones que empresas como Coca-Cola o Bonafont tienen para extraer recursos naturales, un privilegio amparado por las leyes que normalizan el despojo.

Señala cómo el sistema legal protege a los poderosos, poniendo el ejemplo de cómo, cuando un patrón incumple con el pago de impuestos, es el trabajador quien enfrenta las consecuencias.

Esto refleja que el capitalismo, como sistema, depende del privilegio para garantizar la riqueza de los dominadores. En este contexto, los derechos humanos se presentan como una herramienta de los pueblos para luchar por mejores condiciones de vida, un arma contra los privilegios.

Consecuencias discursivas e ideológicas de pensar que los derechos son privilegios

Melanie Salgado expone las consecuencias de considerar los derechos humanos como privilegios. Una de ellas es la invisibilización de los verdaderos privilegios.

El uso incorrecto del término <> para referirse a derechos fundamentales distorsiona la percepción de las injusticias estructurales.

Así, mientras se estigmatizan las condiciones materiales básicas, los verdaderos privilegiados, como los grandes empresarios, continúan beneficiándose de leyes que protegen sus intereses.

Salgado resalta que esta semántica contribuye a desdibujar los triunfos populares, pues los derechos que el pueblo trabajador ha conquistado mediante luchas históricas se presentan como simples accidentes de suerte.

Esto genera una estigmatización de los derechos del pueblo trabajador, promoviendo la idea de que tener acceso a condiciones de vida dignas es algo extraño, es un privilegio, cuando en realidad debería ser lo mínimo garantizado para todos.

Finalmente, la autora considera que este planteamiento parte de una visión de la historia que no es científica, pues presenta los hechos como inmutables y fuera del control de la sociedad. Esta perspectiva contribuye a la idea de que los privilegios son naturales e inevitables, lo que desanima la organización y la movilización popular.

Salgado concluye que tener acceso a derechos básicos no es un privilegio. Si bien se han confundido los términos, es necesario recordar que los derechos humanos se han ganado a través de la lucha social, y no deben ser presentados como excepciones o favores, sino como las condiciones mínimas necesarias para vivir dignamente.


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