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Mi frustrada visita a Antonio Cerezo

Gumaro Trujillo

Jueves 8 de noviembre de 2007, por Comité Cerezo México

Hola Emiliana ¿cómo estás? Espero que estés muy bien. Enseguida paso a comentarte de mi visita al Penal El Altiplano del domingo 4 de noviembre, próximo pasado.

Exactamente a las 3 de la tarde llegué a la garita donde me hicieron la inspección reglamentaria y luego de entregar al oficial mi credencial de elector y decirle el nombre del interno 1710 del módulo 3, Antonio Cerezo Contreras, me extendió una boleta de ingreso al área. Después de firmar la libreta de registro y de posar ante la cámara acudí al edificio donde la Trabajadora Social me extendió el pasé para ingresar al penal. Ahí llené con mis datos la libreta de esa área. Luego me dirigí al edificio de acceso al Penal, donde una oficial llenó con mis datos en la libreta que también firmé y por teléfono informó que pasaría yo a sala de visita. Nuevamente posé para la cámara y enseguida un custodio me guió a otro edificio administrativo. Ahí me tomaron la foto para la credencial. Luego de una nueva revisión con un detector manual la oficial abrió la reja que conduce a otra área donde al visitante se le pide que se pare en una base que se desplaza electrónicamente y que supongo es un detector de no se qué. De ahí pasé a otra recepción donde un oficial me barrió las palmas de las manos con un detector y me pidió que esperara. Se tardó un buen rato, pues llegaron otros visitantes que luego, luego ingresaron a una amplia sala a la que se pasa a través de rejas giratorias que se tienen que operar colocando la palma de la mano y tecleando unos números que le dan a cada visitante. Ahí nuevamente se posa ante la cámara y se registra uno en una libreta para luego pasar a un cubículo donde un oficial te pide que te sacudas la ropa interior. Bueno, todo esto lo se por mi visita anterior dicho penal y por las veces que fui a ver a Antonio al penal de Matamoros que también es de alta seguridad.

Esta vez ya no trascendí dicha reja giratoria porque el oficial que me barrió las palmas de mis manos al volver y me dijo: -“Hoy no pasará porque resultó contaminado”. –“¿Contaminado?” pregunté sorprendido y la respuesta inmediata fue la instrucción a otro uniformado para que me condujera hacia la salida. Confieso que en ese momento me sentí un personaje kafkiano.

En el trayecto de salida alcancé a ver la expresión de sorpresa de las oficiales que me atendieron en los distintos puntos. Ya casi a la salida del área administrativa le pregunté al custodio: -“¿Contaminado de qué?” –“De drogas”. –“¡Pero si ni siquiera fumo!”. Como tu ya sabes, el trato ahí es parco y ni para que seguir hablando.

En trabajo social también les sorprendió que retornara tan rápido y una oficial me preguntó si estaba tomando algún medicamento para la presión u otra enfermedad. –“Nada, soy una persona sana”, le dije.

Ya fuera del penal, les comenté a mis amigos lo acontecido. –“Te contaminaste de smog al pasar por el Distrito Federal”, bromeó uno de ellos. –“De seguro detectó la maquinita que estás contaminado de ideas de justicia y libertad, y temieron que los contagiaras”, agregó otro. –“Eres persona no grata”, dijo alguien más. -“Adivinaron que iba a informarle a Antonio sobre la discusión que hay sobre la Ley de Amnistía Federal para todos los presos políticos”, dije siguiéndoles la corriente. Pero no, aquí no se trata de adivinaciones, se trata de un abuso de autoridad para impedir a una persona solidaria que visitara a un preso de conciencia sin importar lo que significa hacer un viaje de más de mil kilómetros de distancia.

Y ya que trato el tema de la Amnistía, has de saber que hay quienes se resisten a apoyar la propuesta de Ley argumentando que eso equivale a pedir perdón y a renunciar a sus principios y por lo tanto el preso que la acepta se convierte en un “traidor a la lucha”.

Yo comparto la idea de ver a la Amnistía (olvido) como la extinción de la responsabilidad penal. Un acto jurídico con el que pasa a considerarse inocentes a todas las personas que habían sido declaradas culpables al desaparecer el delito. Por lo tanto, el preso político queda libre sin tener que reconocer los delitos del orden político que haya cometido o no, como es el caso de los presos que pertenecen a un grupo armado. También se eliminan las órdenes de aprehensión contra luchadores sociales, por ejemplo América del Valle, entre otros. Se borran los antecedentes penales de los que fueron presos y están bajo proceso y de aquellos que ya cumplieron su injusta condena. El preso amnistiado no renuncia a sus derechos humanos y menos a la reparación del daño. No se trata de olvidar la prisión injusta, la tortura y las vejaciones.

Ya me alargué por lo que dejaré para otra ocasión el tema, sólo agregaré aquí que estoy convencido de que son los presos los que deben decidir cómo salir y no los que estamos libres defendiéndolos.

Para terminar, te diré que espero puedas acudir al penal a visitar a tus hermanos Héctor y Antonio. Y que otras personas se solidaricen y se animen a visitarlos. Por cierto, ni una manta alusiva a la libertad de los presos políticos se ve a la entrada del Cefereso.

Fraternalmente, desde “Forum Universal de las Culturas”,

Gumaro Trujillo.

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