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Querido hijo, Héctor:

15 de septiembre de 2007

Sábado 29 de septiembre de 2007, por Comité Cerezo México

He tenido la oportunidad de leer a buen tiempo la carta que escribiste este 13 de agosto y como siempre que leo lo que escriben tú o tus hermanos, sentimientos encontrados se apoderan de mí, alegría de poder leer lo que escriben, añoranza de tiempos pasados, tristeza por su ya larga ausencia (seis años), enojo ante la injusticia de que son objeto, indignación ante su prolongado secuestro continuado, admiración hacia ustedes por la capacidad que han tenido para sobrevivir a las constantes agresiones de todo tipo de las que siguen siendo objeto, y admiración también, hacia quienes se han solidarizado con el Comité Cerezo a pesar de los riesgos que conlleva la lucha por la libertad de TODOS los presos políticos y de conciencia; orgullo de ser su madre y orgullo de que sean mis hijos, de que seas mi hijo y de que aún privado de tu libertad hayas sabido crecer, saberte y sentirte parte de nuestro pueblo, de los cientos y miles de personas que padecen la injusticia, la miseria, la explotación y el despojo (en muchas ocasiones) hasta de su condición humana. Te escribo para decirte que la lucha que desde un inicio emprendiste contra la soledad, la segregación, las agresiones constantes que reciben es una lucha tan “tenaz, valiente, difícil e irrenunciable” como la “…lucha por recuperar la libertad que injustamente (les) arrebataron”… como bien lo dices, y que ha sido demostrada con tus valientes denuncias y con la madurez que traslucen tus escritos.

Y en efecto, sólo somos una familia más de las tantas que padecen la injusticia de este sistema, basta recorrer con mirada aguda las miles de páginas escritas acerca de la represión en nuestro México y reconocer en las listas de las víctimas los nombres de tantas personas (conocidas o no, eso no es importante) que han padecido, detenciones arbitrarias, cárcel, tortura, la pérdida de la vida y hasta la injustificable desaparición forzada en manos del gobierno en turno, y saber que atrás de cada nombre está una familia, padres, hermanos, esposos, hijos y amigos que al mismo tiempo sufren y conocen “la fuerza del Estado” y “el peso de la Ley” por una razón: el compromiso personal de luchar por una sociedad justa. Héctor, recibe un abrazo, fuerte muy fuerte, mi cariño y mi admiración que hago extensivos a Toño.

Sigan fortaleciéndose y preparándose para enfrentar su situación como hasta ahora lo han hecho. Emi, Paco, Ale, físicamente me es imposible abrigarlos con mis brazos y brindarles protección, sin embargo, puedo decirles que la mejor protección que pueden seguir teniendo es la de sus amigos y de quienes generosamente se han solidarizado con el Comité Cerezo, con quienes estoy agradecida y permaneceré en eterna deuda.

Reciban un fuerte abrazo y mi cariño, no permitan que el temor los paralice, sean fieles a sus convicciones y sobre todo hijos, sepan que lo que menos quisiéramos es que ustedes sufran consecuencias por el sólo hecho de ser nuestros hijos, pero, eso no depende de nosotros ni de ustedes, depende del gobierno actual, de su respeto a las garantías individuales y su política hacia el respeto de los derechos humanos.

Se despide de ustedes cariñosamente, Mamá.

Emilia Contreras Rodríguez

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