Vamos a comentar esta vez dos temas, el primero, que le da título a este escrito y el otro tema que trata sobre la aprobación del programa general de ordenamiento territorial, del cual hablaremos en la segunda parte.
Ha sido claro en todos estos años que el Instituto Nacional Electoral es una institución que al estar a las órdenes del poder en turno se convirtió en una isla de impunidad, despilfarro de recursos y refugio de neoliberales, eso no se puede negar, como tampoco podemos negar que fue precisamente el INE el cómplice de grandes y graves fraudes electorales cometidos a favor de la política neoliberal cuando fue necesario hacerlo.
Por eso es comprensible que, desde el poder que se dice no neoliberal, por cierto, víctima de uno de esos fraudes electorales, se quiere eliminar a toda costa esta isla neoliberal que fue construida incluso para que resistiera cambios radicales en su funcionamiento.
También es claro que MORENA no es mayoría calificada y está impedida para hacer cambios profundos, esos que deben realizarse desde la Constitución, por ello existe un enfrentamiento político que Andrés Manuel López Obrador siempre pierde cuando se trata de cambios constitucionales, y su oposición, la que profundizó en los últimos 12 años la política neoliberal de despojo en contra del pueblo ha triunfado frenando las iniciativas políticas de AMLO y seguirá frenándolos en lo que resta del sexenio.
Lo vimos más claramente en el intento de reforma eléctrica que se votó y se rechazó por esta oposición de derecha hace unos meses, así, lo que se llamó Pacto por México, PRI, PAN y el despojo del PRD, es en realidad un Pacto Neoliberal contra México que incluso está en contra de pequeños avances progresistas de leyes e instituciones que sirvieron al neoliberalismo.
Así, estas derrotas de las iniciativas del ejecutivo federal seguirán sucediendo con toda iniciativa que presente el Ejecutivo Federal ante la cámara de diputados.
Ante esta realidad, por fin la batalla se fue a las calles, ante la iniciativa, por parte de AMLO, de reformar el INE y convertirlo en el Instituto Nacional Electoral y de Consultas , reducir el número de diputados y senadores, la elección por voto popular de los consejeros propuestos por los tres poderes de la Unión, recortar también el número de Consejeros, quitarle el financiamiento a los partidos excepto en elecciones y buscaba también disminuir la participación en una consulta popular de 40 a 33 por ciento para que sea vinculante, entre otras propuestas, la derecha y ultraderecha dirigiendo a una parte de la clase pequeñoburguesa o media como les gusta decir, salió a las calles el mes pasado tratando de mostrar el músculo bajo la consigna de El INE no se toca, y desde la cámara de diputados se canceló la posibilidad de esta reforma de AMLO.
Como respuesta y por primera vez, AMLO directamente llamó a mostrar el músculo para demostrarle a la derecha que, si bien no es mayoría en la cámara de diputados, no así a nivel popular, fue clarísimo que AMLO aún conserva a una gran mayoría de las clases populares como su fuerza política, no obstante, creemos que ya es un poco tarde la movilización de las masas a favor de sus propuestas, ya que no le redituarán mayor presión a la derecha electoral, y terminará su mandato amarrado de las manos; dudamos sinceramente que el o la próxima presidenta aun con una mayoría posible en la cámaras de diputados y senadores, tenga la intensión de hacer las reformas que AMLO dejará en el tintero, el o la que venga será, un poco menos antineoliberal que AMLO.
Así entonces surge el Plan B en la reforma del INE, es decir modificaciones casi cosméticas, que también son atacadas por la derecha de manera rabiosa, tramposa y en algunos casos mentirosa, así, esas voces que claman que el INE no se toca, parece que olvidan a propósito qué ha significado el INE para el pueblo, no sólo los sueldos groseros de sus consejeros, sino sobre todo el fraude electoral del cual son responsables y que se tradujo en por lo menos 12 años de guerra contra el pueblo.
Entonces, los cambios que podrá realizar AMLO con su Plan B serán, por fin, bajarles el sueldo a los consejeros y pareciera que este hecho es lo que más le duele a la derecha, la famosa austeridad si parece ser antineoliberal.
Reduce los tiempos en que se debe llevar a cabo las elecciones y los resultados electorales, así como impulsa el voto electrónico, también elimina estructuras que duplican funciones, para nada más alcanza este famoso plan B, el cual no puede modificar de fondo a tan nefasta institución.
Qué aprendemos de esto, que sólo movilizando a las masas, es posible presionar a quienes desde la derecha impulsan el regreso abrupto al neoliberalismo, son las masas las que empujan hacia la democratización y no como lo ha querido hacer AMLO, hasta antes de esta movilización, a través de reformas constitucionales con una oposición que no permite realizarlas, parece que al final sólo dirán, quisimos, pero no nos dejaron.
El no movilizar al pueblo fue un acto consciente de AMLO, sabe que movilizarlo es profundizar los cambios antineoliberales y entonces le puso un freno al ímpetu popular que lo llevó a la presidencia y este es el resultado, la imposibilidad de reformas, incluso tibias, de la estructura neoliberal plasmada en leyes e instituciones.
Ahora damos un salto a la CDMX cuyo gobierno nuevamente tropieza, no por los rasgos neoliberales que trata de impulsar con su programa general de ordenamiento territorial, sino por la forma tramposa en que quiso aprobarlo, parece que esta izquierda reformista no aprende del pasado, ni el haber perdido la mitad de la CDMX a manos de la derecha la hace reaccionar, se entiende que ya está en campaña electoral la jefa de gobierno, pero no pude soltar las riendas de la Ciudad de México, debería de ser claro que no pueden usar formas neoliberales para aprobar leyes, por muy buenas que estas sean, aunque hablando de esta no es tan buena, ya que beneficia más a las empresas inmobiliarias nacionales y trasnacionales y tampoco pueden utilizar la muletilla de que toda oposición a sus iniciativas son obra y gracia de la oposición de derecha, que ni tarda ni perezosa, si quiere montarse en cualquier descontento para pegarle al gobierno.
Tuvo que frenar la aprobación de este programa no sólo ante el descontento de este programa por parte de algunas organizaciones de izquierda, sino de la respuesta represiva que realizó en contra de los manifestantes del pueblo de San Gregorio Atlapulco.
Así aprendemos que decirse de izquierda debe coincidir con hacer cosas de izquierda y no sólo autonombrarse como tal, y que nada justifica la represión, aunque algunos militantes de morena quieran ya borrar su voz crítica para justificar hasta lo malo que hace el partido en el poder.
La salida de la jefa de gobierno fue la mejor, más tiempo para discutir el programa, suspensión de obras hidráulicas y la sanción en contra de quienes fueron responsables de la represión.