- 1. En México, a partir del sexenio de Calderón, se aceleró y profundizó la conformación de un Estado terrorista, es decir, de un Estado que hizo del terror contra la población su mecanismo predilecto de control social, represión política y lucha contrainsurgente.
- 2. Las fuerzas armadas (Ejército, Marina, Policía Federal y grupos paramilitares) se convirtieron “(…) en el principal instrumento para combatir al ‘enemigo interno’ y para garantizar la imposición de la profundización del neoliberalismo. La militarización es pieza esencial para la profundización neoliberal, es un elemento en el que se apoyan las oligarquías nacionales y extranjeras para mantener la dominación.” [1]
Sin el terror ejercido contra el pueblo durante el sexenio de Calderón, Peña Nieto no hubiese podido imponer las llamadas Reformas Estructurales en beneficio de empresas de capital trasnacional y funcionarios corruptos, ambos beneficiarios de miles de graves violaciones a derechos humanos.
Teníamos razón cuando planteamos que los conceptos de Estado fallido o Estado con funciones fallidas no explicaban lo que vivíamos en el país desde 2006 y que la aplicación de los objetivos del Estado mexicano exigía que se modificara toda la estructura jurídica para legalizar todas las violaciones de derechos humanos que se cometían contra la población organizada y no organizada. El reconocimiento legal de los derechos humanos en nuestra Constitución en 2011, sólo fue una medida para ocultar lo que las leyes secundarias y reglamentos permitían al Estado mexicano: violar derechos humanos con impunidad.
Los actos y eventos de violaciones de derechos humanos y el análisis del contexto económico, político y social nos hicieron afirmar en 2013 que la política económica neoliberal era por sí misma criminal y que el problema de la producción y tráfico de drogas tienen un carácter económico, pues como cita el Informe antes mencionado, “(…) la droga es una de las mercancías que genera más ganancias que cualquier otra mercancía legal. Y esto es posible, no por la venta de la mercancía y su alto costo en el mercado, sino porque permite una amplia explotación de mano de obra que trabaja en condiciones de casi esclavitud, sin ningún derecho o prestación social. Lo que busca la economía ilegal o criminal es garantizar que, efectivamente, esta mano de obra permanezca en este estado de total sometimiento. De ahí el terror como política de control y de ahí la utilización del Estado para garantizar la producción, circulación, distribución y consumo de esta mercancía.”
Desde el campo de la lucha independiente, desde la documentación del terror y en un contexto de permanente hostigamiento, vigilancia y amenazas, concluimos lo que hoy otros concluyen a la mitad: que el narcotráfico era parte integral del Estado mexicano, la otra mitad que no enuncian es que ese Estado además de narco era también un Estado terrorista.
¿Ya cambió el Estado o sólo cambió el gobierno? ¿Ya se desmontó la estructura legal e ilegal que permitió la profundización del neoliberalismo por medio del terror y la impunidad?
¿Ya se castigó a los autores materiales, intelectuales, beneficiarios y facilitadores de las graves violaciones de derechos humanos?
Pero no somos quienes “ven los toros desde la barrera” o trabajan desde la comodidad de la beca, nosotros seguimos en el trabajo diario de organizarnos y organizar a quienes todavía sufren graves Violaciones de Derechos Humanos (VDH). Parece que la realidad va más lenta que los deseos de cambio, pero no importa, nosotros seguiremos luchando desde el terreno de los derechos humanos por una vida digna y por el juicio y castigo a los responsables de las VDH de ayer y de hoy.