Más allá de la subsistencia de los trabajadores
El derecho humano a un trabajo digno y a la seguridad social no surgió de una acción benefactora de gobernantes, fue por el contrario, resultado de rebeliones en contra de la explotación laboral, el desempleo, la pobreza y la injusticia.
El derecho humano a la seguridad social asegura 9 aspectos: asistencia médica para el trabajador y su familia, pensiones por enfermedades generales, desempleo, vejez y cesantía en edad avanzada, accidentes de trabajo y enfermedad profesional (aquellas relacionadas con su actividad laboral), prestaciones familiares de maternidad, de invalidez y en caso de muerte del trabajador para sus sobrevivientes. Nuestra Constitución además prevé la vivienda, la cultura, recreación y capacitación para el trabajo.
Las crisis periódicas, por la escasez y la sobreproducción en que incurre el mercado, se resuelven despidiendo trabajadores, aumentando el número de desempleados, fijando salarios bajos, aumentando las horas de trabajo sin pago ni prestaciones sociales dando así, condiciones laborales precarias.
El desempleo y el empleo precario, con bajos salarios y sin seguridad social, son consecuencias del neoliberalismo. Éste no es más que la privatización de las empresas públicas, la libre competencia, la globalización, el empobrecimiento de la población, la mínima inversión del Estado y su regulación en el mercado, también incluye la privatización de los servicios públicos, como la educación y la salud.
Lo más preocupante es que a partir de 1981, y hasta hoy en día, el capitalismo neoliberal ha promovido en todo el mundo las transferencias de los fondos de pensiones para el retiro laboral por vejez y cesantía en edad avanzada, hacia la banca privada. Los gobiernos desmantelaron los fondos de pensiones bajo el argumento de no poder solventar el sistema de seguridad social solidario. Esto es un despojo a los trabajadores, de los fondos recaudados por sus ahorros para entregárselos al capital financiero.
Se abrieron cuentas bancarias individuales administradas por instituciones financieras privadas, y ahí se depositaron los ahorros de los trabajadores para el retiro, con la promesa de que aumentaría el monto en la pensión. Lejos de ello, creció a 80% de la población de la tercera edad, la que no goza del derecho humano a la seguridad social.
Son recursos multimillonarios absorbidos por la banca privada, la cual cobra comisiones por manejo de cuenta, y se queda con el dinero que resulte de la especulación crediticia. Además de permitir la inversión en la bolsa de valores, sin estar obligados a reponer las mermas que sufran en caso de pérdida, las cuales bajo pretexto de la pandemia han sido muchas.
Las reformas a la ley del IMSS de 1995 permitieron el nuevo modelo privado de las AFORES, un despojo de una de las fuentes financieras para solventar la seguridad social, así como los servicios y prestaciones que otorga esa institución.
Esta es una de las formas de desmantelamiento de las instituciones de Salud, lo que nos ha llevado al problema de la insuficiente capacidad para tener un verdadero control de enfermedades y sobre todo de la pandemia que estamos atravesando.
Ante ello, es necesario organizarnos para defender el regreso de los ahorros de los trabajadores a las instituciones de seguridad social, para su administración en beneficio de la salud del pueblo trabajador.
Sus comentarios
El 3 de agosto de 2020 a 14:35, por Alf En respuesta a: Más allá de la subsistencia de los trabajadores
Me parece excelente iniciativa. Cómo podríamos empezar a incidir en?
Responder a este mensaje