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Carta al Mundo desde el CEFERESO #1

Antonio Cerezo Contreras

Lunes 11 de diciembre de 2006, por Comité Cerezo México

“Cuando se acepta la imposibilidad de reemplazar a una persona, se da paso para que se manifieste en toda su magnitud la responsabilidad que el hombre asume ante su existencia. El hombre que se hace consciente de su responsabilidad ante el ser humano que le espera con todo su afecto o ante una dura inconclusa no podrá nunca tirar su vida por la borda. Conoce el por qué de su existencia y podrá soportar casi cualquier cómo”.

Víktor E. Frankl “El hombre en busca de sentido”, p. 117

Esta reflexión la hace Víktor E. Frankl con relación a su vida y a la vida en un campo de concentración nazi donde los sufrimientos eran verdaderamente inhumanos. Sin embargo, ahí donde la vida era “objeto de exterminio”, el hombre se aferraba a la existencia y luchaba día con día para sobrevivir.

Héctor y yo, no vivimos en un campo de concentración nazi, aunque existen cosas que se le parezcan, esta realidad dista mucho de aquella; sin embargo, la adversidad propia de nuestra circunstancia nos ha llevado a asumir la responsabilidad de luchar por nuestra libertad.

Estamos conscientes, sabemos que tenemos un compromiso enorme con todas las personas y organizaciones que se han solidarizado con nosotros a lo largo de estos años de reclusión; compromiso que concretamos en nuestra cotidiana tarea de sobrevivir y de crear. Sabemos que las personas que nos quieren, nos esperan con ansiedad; misma con la cual anhelamos el encuentro o el reencuentro de nuestra libertad.

Pero, además, nos espera la posibilidad de concluir nuestros estudios y de poder desarrollar una rica vida profesional, sin olvidar que existirán presos por los cuales luchar y nuevas injusticias que intentar superar.

Tenemos afectos, tenemos metas que alcanzar, tenemos un compromiso insoslayable e irrenunciable con la vida y con nuestro pueblo, sobre todo con el que, a pesar de todo, ha adquirido conciencia y lucha por mejores condiciones de vida.

Las personas que nos conocen saben que resistir y luchar, es y ha sido, un deber que nos ha guiado en este tiempo de cárcel; saben que jamás renunciaremos a un deber porque sería como renunciar a nuestra condición de hombres libres, aunque nos mantengan presos; renunciar a nuestra dignidad, significa renunciar a nuestros principios y valores.

Dado el contexto actual de la lucha social -al cual aunque quisiéramos no podemos sustraernos- y la respuesta del Estado a ésta, es necesario manifestar que ni Héctor ni yo, bajo ningún motivo o circunstancia, atentaríamos contra nuestra integridad física y emocional. Nuestra integridad está en manos de quienes nos han mantenido presos durante más de cinco años. Jamás, aunque se intente hacer creer, como el caso de Digna Ochoa, que un homicidio es igual a suicido; reiteramos una vez más nuestro compromiso con la vida y con la lucha por un mundo mejor.

Qué compleja realidad la actual, pero también que triste en muchos aspectos. Habría que preguntarse si es moral, legal y justo romper la ley para hacerla cumplir. Porque esto ha sucedido con relación al conflicto social que se vive en Oaxaca. Se ha roto la ley desde las instancias de gobierno para exigirle al movimiento social que la cumpla, si es que la ha roto en algún momento.

Romper la ley, torcerla u omitir su cumplimiento con el objeto de que ésta sea cumplida por otra, no es moral, no es legal y no es justo, por eso se convierte en un acto condenable sin justificación válida alguna.

Sin embargo, el conflicto social en Oaxaca no se puede reducir a quiénes son los “buenos” y quiénes son los “malos” ni a quien rompió la ley primero y quién tiene el poder material para imponerse en nombre de ésta.

Si como dicen muchos analistas el problema de Oaxaca tiene profundas raíces en la desigualdad económica y social habría que intentar llegar a éstas para resolver la inequitativa situación económica y social que se vive en el Estado.

La represión no resuelve los problemas, los aplaza, los encubre, porque termina con su manifestación pero nada más.

Cuando Porfirio Díaz ordenaba la deportación masiva de Yaquis y Mayos a Yucatán o a Valle Nacional, no resolvía el problema de tierras que se vivía, tan solo eliminaba la manifestación de la existencia del problema temporalmente, porque a final de cuentas los Yaquis y Mayos se unieron a las formas revolucionarias en busca de una solución efectiva o su problemática.

¿Resolverá el encarcelamiento masivo de los oaxaqueños y otros participantes del movimiento social el problema social que vive Oaxaca?. ¿Serán los penales federales la solución del descontento nacido de la pobreza, la explotación, la falta de oportunidades de desarrollo en todos los aspectos?

El movimiento social en Oaxaca puede ser aplastado y desarticulado por la represión, como lo fue el movimiento ferrocarrilero a finales de los años 50 o el movimiento popular estudiantil del 68, pero habría que recordar que la represión por sí misma no resolvió la problemática económica y política y social de aquellos años y que fue responsable en gran medida de la búsqueda de otras vías, por muchas personas, para transformar la realidad social.

Porfirio Díaz gobernó el país con “mano de hierro”, el “mátalos en caliente” era una solución efectiva para acabar con la disidencia; San Juan de Ulua y Valle Nacional, Yucatán con cementerios de cientos de opositores a la dictadura. Los métodos represivos de Díaz le permitieron hacer realidad (en parte) su lema de Ley, Orden y Progreso. Creció la industria en nuestro país, la inversión extranjera, México se “modernizaba” a costa de la vida de su propia población.

El ejército, los guardias rurales, los caciques y burgueses, los miembros del gobierno con omnipotentes, disponían de fuerza, el dinero, del poder político, pero todo ese Orden, toda esa Ley y ese Progreso, crearon las condiciones materiales e ideológicas para el estallido revolucionario.

Si bien es cierto, la represión garantiza el Orden deseado por quien la aplica en el corto plazo no lo hace en el largo; por el contrario, la represión crea inestabilidad en el sentido de que genera inconformidad potencial.

Si la situación de Oaxaca o de Atenco se repitieran en otro estado o poblaciones, van a hacer falta cárceles para resolver esos conflictos. La represión puede imponer el “Orden” en Oaxaca y aplicar el encarcelamiento, la tortura, el asesinato e incluso la desaparición forzada como método cotidiano de control, pero ¿por cuánto tiempo? antes de que estallido social sea más violento?

Pero además, lograr el “Orden” y el “Progreso”, si realmente se logra basados en la represión no es moral, no es legal y no es justo; puede justificarse, escribir libros y artículos para hacerlo, pero la realidad es más necia que los argumento que intentan maquillarla: que los programas de televisión que nos intentan crear una realidad ficticia o modificando de acuerdo a los intereses del Estado.

Para la clase en el poder, los problemas sociales, económicos y políticos que hoy enfrenta nada tienen que ver con la moral, la legalidad o la justicia, tienen que ver con estrictamente con sus intereses económicos y el modo de verlos satisfechos, en todo caso lo moral, lo justo y lo legal es aquello que le permite mantenerse en el poder y seguir obteniendo ganancias y acrecentar su capital.

Preocupante realidad social la nuestra, pero mal haríamos en taparnos los ojos para no comprometernos a intentar transformarla en beneficio social y no de unos cuántos . ¿Qué nos depara el futuro como sociedad? Está en manos de todos determinarlo. Mientras, nosotros, los presos por motivos políticos y de conciencia vemos con preocupación aumentar nuestro número y la posibilidad de que las condiciones de reclusión empeoren como castigo a la lucha por un mundo mejor.

Nuestra solidaridad y nuestro corazón está con los nuevos presos, quienes comienzan una nueva y difícil etapa personal y en la lucha social, pero también con todas aquellas víctimas de la represión y con sus compañeros.

No se puede construir la democracia sobre la vida de decenas de hombres, por sobre su libertad, por sobre su integridad física y psicológica, no es moral, no es legal y no es justo.

¡Libertad a todos los presos políticos y de conciencia!
A cinco años un mes del asesinato de Digna Ochoa
A cinco años tres meses de ilegal e injusto encarcelamiento
¡Presos hoy, libres siempre!

Preso de conciencia Antonio Cerezo Contreras

CEFERESO #1

30 de noviembre 2006

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