Héctor Cerezo, del Comité Cerezo resaltó que en su mayoría, fueron mujeres las que respaldaron la iniciativa ciudadana de Ley General contra la Desaparición Forzada.
Rocío Méndez Robles
05 Mar 2016
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De las 27 mil 638 personas reconocidas como desaparecidas por el gobierno mexicano, 20, mil 203 son hombres y 7 mil 435 son mujeres; por cada tres varones desaparecidos, hay una mujer de la cual se ha perdido su rastro, recuerda el Comité Cerezo, en el marco del Día Internacional de la Mujer.
“Las mujeres experimentan por partida doble la desaparición, son víctimas —por trata, por trabajos forzados—, pero también, quienes encabezan la lucha de la presentación con vida de los desaparecidos son las mamas, las esposas, las hijas; son ellas las que se han arriesgado a buscar por todo el país a sus familiares”, explicó Héctor Cerezo, del Comité Cerezo.
Resaltó que en su mayoría, fueron mujeres las que respaldaron la iniciativa ciudadana de Ley General contra la Desaparición Forzada.
Héctor Cerezo enfatizó ante los micrófonos de Noticias MVS, que ellas se enfrentan también al “machismo y a una cultura de impunidad”; se ponen en su contra una falta de voluntad política de Ministerios Públicos, jueces, funcionarios, quienes ni siquiera escuchan a las víctimas ni las trata con respeto”.
A esto, hay que sumarle “la discriminación hacia la mujer por su condición de género y por su pobreza”, apuntó Cerezo.
“Muchas mujeres de zonas marginales cuando se enfrentan a un aparato del estado que está desapareciendo a sus hijos las trata como criminales, las estigmatiza: a su hijo ‘se lo llevaron por algo’, porque ‘no lo educó bien’. El Estado les pasa la responsabilidad de la desaparición a las madres”.
Ellas “son las que más aguantan la humillación y la indiferencia. No es una casualidad que sean las mujeres las que encabezan las luchas porque son ellas las que más resisten esta cultura de desprecio y humillación y por ello mantienen viva la lucha por sus familiares”, comento Héctor Cerezo.
En algunos casos, destacó el Comité Cerezo, “está documentado que a las mujeres se les ejecuta, se les ataca sexualmente o se les desaparece porque están luchando. Pero también hay casos en donde la tortura o la desaparición solo se debe a su condición de mujer, porque el fenómeno se ejecuta para generar el terror y el mayor daño posible, buscan provocar dañarla y mandar un mensaje a sus esposos, a sus hermanos, a sus hijos y al resto de la sociedad”.
“La desaparición forzada es una práctica que genera no miedo, sino terror y parálisis en la población, por eso no hay tantas denuncias ni movilización porque esta práctica genera el silencio”, aclaró Héctor Cerezo.
Rosario Cabañas, “era una menor de edad, una niña que empezaba la primaria”, cuando, revela, “vi la represión, la violencia y el abuso del poder. Fue cuando nos cayeron en la madrugada los soldados, nos derribaron todo, nos destruyeron la vivienda. A mis padres los masacraron y a Lucio Cabañas lo mató el sistema”, reclama.
“Lucio Cabañas Barrientos era hermano de mi madre, él era el de en medio, después venían su hermana Facunda y su hermano Pablo que sobrevivieron”, agregó Rosario ante los micrófonos de Noticias MVS.
“Nosotros nos convertimos en niños de la calle, a nuestros padres los habían masacrado… yo, como era la niña mayor, fui violada y era madre y padre de mis cuatro hermanos. Así sobrevivimos, de la compasión de la gente, que decían ‘pobres niños andan rodando por ahí’. Nos encontramos a un profesor que nos metió a la primaria sin papeles, no sé cómo le hizo”, recuerda Rosario, quien solo se presenta con el apellido de su señora madre: Cabañas.
“No teníamos cabeza para aprender, pero si teníamos en nuestra mente lo que vimos en casa, la música, que ‘la palabra enseña y el ejemplo arrasa’, ese ejemplo lo vimos, que todos teníamos que ser letrados”, explica.
“Nos decía Lucio Cabañas, ‘si no sabes leer ni escribir no te vas a poder defender’, y eso te queda tatuado en la mente. Termine una carrera soy paramédico, todos mis hermanitos también”, comento Rosario.
La sobrina del líder guerrillero de los años 1970 en Guerrero, comentó que la represión no solo afectó a la familia, “fueron los vecinos, los Radilla, los Aleida, muchos paisanos que solo nos conocían”.
“Si tu defiendes tus derechos humanos te dicen que estás loca, si tu defiendes tu vida, tu techo, tu integridad es un delito. Este género, ser mujer, es un delito y es un negocio redondo, porque es fábrica de niños, de explotarte en la esquina, es trata, es muchas cosas, las cárceles de mujeres están llenas de inocentes”, finalizó Rosario Cabañas.
“En México –aclara Héctor Cerezo— toma hasta siete, ocho años el hacer pública la desaparición. Nuestros colegas en Argentina y Chile nos han dicho que durante la dictadura, la denuncia de desaparición forzada no era masiva, apenas y llegaba a referirse en pequeños colectivos de madres”, las atrocidades salieron a la luz pública “hasta que llegó el cambio político” y en su gran mayoría, se trataba de mujeres, niños, hombres que no estaban vinculados al activismo político o el liderazgo social, concluyó.