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Al tiempo, al hombre

Alejandro Cerezo Contreras, 16 de septiembre de 2001

Domingo 16 de septiembre de 2001, por Comité Cerezo México

“Si no hablas, llenaré mi corazón

de tu silencio y lo tendré conmigo.

Y esperaré, quieto, como la noche

En su desvelo estrellado, hundida

Pacientemente mi cabeza.”

Rabindranath Tagore “Gitanjalí”

Carta abierta a amigos, hermana y hermano y a todo quien quiera leerla.

Sentado en mi banquillo de concreto con su textura fina, coloreado de azul agua y su temperatura helada. Entre su forma extraña y mi cuerpo, una sábana doblada impidiendo traspasar su frío muerto, me encuentro escribiendo con una pluma, teniendo que ser entregada al momento en que su fácil fluir de tinta se extinga para poder obtener el repuesto permitiéndome vaciar mi mente en esta hoja blanca, que después de un momento será inundada de diminutos garabatos, borrones, correcciones mal logradas de los usos y desusos de la s reglas lingüísticas, así como múltiples fracasos hortográficos, los cuales me cuidan y me tienen sin cuidado.

Sobre mi mesa yace mi reglamente de interno en donde con una redacción cuidadosa y palabras como adornos ocultan la triste vida de todos los internos; los conceptos vacíos de pedagogía correctiva y otros se muestran a primera vista como parte de todo un cuerpo teórico y práctico, el cual cumple con la difícil tarea de readaptar al fruto podrido de una sociedad, sociedad en proceso cada vez más agudo de descomposición. ¿qué de real e irreal tiene todo intento? Al lado izquierdo, a una cuarta y media de distancia, para no mezclarse de imprevisiones y letras vacías de un manual, se encuentra en reposos el primer tomo de una colección de “Los premios Nóbel de literatura” de Plaza&Janes. No sé si la traducción de las obras contenidas es buena, pero en realidad no me preocupa mucho, devoro sus páginas con placer y he hecho una pausa para reflexionar sobre si leer una obra de Bertrand Russel (Fundamentos de Filosofía) o pasármela, porque bien sé que de leerla, me enfrascaré en discusiones internas y trataré de aprender algo positivamente nuevo, para después dar paso al aniquilamiento total de todo lo que considere rebasado, ¡ah! Que habito académico incansable me ha inculcado mi primera Alma Mater, la UNAM y ha reforzado mi segunda Madre, La UAM-X.

Al lado de la primera mesa está la del compañero aún ausente, en ésta se encuentra el segundo tomo de la colección antes mencionada, junto a ella estaba hasta hace un momento el libro de Isabel Allende “De Amor y de Sombra”, según su contraportada una historia de amor y tragedia, aunque hoy la palabra a tomado otro significado, el cual se ha vuelto más resistente a lo inhumano; lo que debajo de esta obra se encuentra todavía, es una PRENSA, ya pasada de tiempo, un PROCESO, donde sale un artículo de Sara Pantoja sobre la familia y algunas otras noticias, continuación del escenario nacional que podía antes ver sentado en la Biblioteca Central de la UNAM o en mi facultad economicista, o en su defecto, recostado en un jardín de la UAM-X; sobre esta revista, un periódico, REFORMA, del 12 de septiembre, inundado del terror neoyorquino y una declaración de unos panistas que no logro comprender totalmente su significado, pero al parecer sigue siendo irreal, conservador y poco avispado.

Entre todo el espacio de la mesa también se halla mi vaso, mi gorra con mi número el 1104, un chocolate Carlos V sobre la misma y una sopa Maruchan, regalo de un interno para en el momento de mi visita, le dé a mi hermana, pues no habrá comido por el ajetreo de venir a vernos.

Y dentro de la celda, invadida por el aire del exterior, se encuentran los recuerdos de todos y cada una (o) de los amigos (as), sus rostros, su fuerza, sus flaquezas, su todo.

Hoy estoy aquí, mañana espero estar a su lado, sé por diversos comentarios de los internos, que sigue habiendo movilización, siendo una de las exigencias entre otras, la libertad de mis hermanos, de los dos señores y la mía. Sólo les puedo decir que sigan luchando, que nunca se cansen, así como yo nunca me cansaré de vivir y tener la esperanza de que algún día nos podremos ahechar una “chela” con los que ya me la he echado y con los que no el gusto de ver por primera vez y compartir un nuevo momento. A los chavos del CGH, que nos mandan a saludar, agradecemos sus saludos y esperamos que luchen por toda injusticia en cualquier lugar que se presente. ¡Viva la libertad de palabra, de manifestación, de pensamiento.....!

Alejandro Cerezo Contreras.

16 de septiembre de 2001.

Almoloya de Juárez, “La Palma” de concreto.

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