Rosalía Peña golpea con su bastón el piso de la habitación y espera inútilmente. Alejandro, el mayor de sus nueve hijos, no sube corriendo la escalera para atender esa señal que se convirtió en una habitual forma de complicidad entre ambos. A veces se le olvida que su hijo está en la cárcel.
Ambos cuentan uno a uno, los días del encierro. Él en hojas de papel en las que escribe y dibuja, y ella en un sueño cotidiano que le permite ser fuerte y en donde lo imagina corriendo para abrazarla. Sus vidas cambiaron el 2 de octubre de 2013.
José Alejandro Bautista Peña tiene 44 años, le gusta andar en bicicleta y es promotor cultural en los pueblos de la delegación Tlalpan, nació en la Ciudad de México, es comediante y actor, se especializa en el stand up, género teatral en el que el narrador se burla de su propia vida. Pero dejó un poco de lado esta actividad cuando empezó en el activismo en defensa de la tierra en Tlalpan.
Corre por acá, ahora por allá y llama a su hermana Cristina para que le ayude a corregir los escritos que entregará para solicitar algún servicio o gestionar alguna actividad cultural para el pueblo.
El lugar en donde Alejandro y Cristina compartían el café y el cigarro mientras escribían se ha convertido en un cuarto de prisión, cerca de su celda de no más de dos metros cuadrados en los que él construyó una mesa hecha con charolas donde a los presos les sirven de comer, tejida con hilos y una hamaca improvisada. La decoración corre por su cuenta; ha elaborado un periódico mural en el que pone las cartas de solidaridad que Cristina le lleva cuando lo visita.
Fue detenido el 2 de octubre de 2013 mientras documentaba la marcha por la matanza estudiantil de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco y hoy está preso en el Reclusorio Norte, sentenciado desde el 6 de diciembre pasado a cinco años y nueve meses de cárcel por dos delitos: ataques a la paz pública en pandilla, el cual no tiene beneficios de ley; y ataques a la autoridad.
Cristina resume el drama familiar vivido a un año de la detención de Alejandro en la marcha del 2 de octubre y que se ha documentado con evidencias que contradicen las acusaciones de los policías que lo incriminan. Como cada año, su hermano acudió a la marcha y filmaba las agresiones policiacas en contra de los manifestantes cuando fue detenido.
Las acusaciones de los policías no se sostienen en los videos tomados por las cámaras de vigilancia de la ciudad y en los que se muestra que el actor estaba grabando con su cámara y que no fue detenido en el lugar ni por las personas que lo imputaron. Es más, los policías ni siquiera acudieron a ratificar sus declaraciones, pero fueron consideradas por el juez como válidas.
En el proceso se han registrado una serie de irregularidades, que van desde su detención hasta tratos crueles, inhumanos y degradantes por parte de las autoridades, lo cual quedó acreditado por el Protocolo de Estambul contra la tortura que fue realizado por la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF)
Además, luego de su detención fue obligado a borrar el material fotográfico que había obtenido esa tarde.
Cristina ha ido especializándose en la defensa de los derechos humanos, sabe que su hermano es un preso por motivos políticos. Antes, participó en una serie de denuncias en contra el exjefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, y funcionarios de Tlalpan por despojo de tierras a los pueblos de la región sur, además de que se ha opuesto abiertamente a la construcción de la Supervía y el Arco Sur, dos megaproyectos urbanísticos iniciados en las administraciones pasadas.
Ayer cumplió un año preso y espera que prospere el recurso de amparo como última instancia jurídica para lograr su libertad.
El Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Distrito Federal tiene en el amparo interpuesto por su defensa todos los elementos jurídicos y de derechos humanos para revertir la sentencia y dejar otro precedente en cuanto al respeto a los derechos humanos de los manifestantes, como en el caso del amparo que otorgó la absoluta libertad de Ilia Adad Infante Trejo, detenido también arbitrariamente el 2 de octubre del 2013.
La mirada de Cristina, quien dejó su trabajo desde octubre para atender de lleno el caso de Alejandro, refleja tristeza, pero sobre todo impotencia, a veces cansancio. Lo visita cada semana en el reclusorio, le lleva mensajes, cartas, resoluciones y recibe instrucciones de él, que le indican los pasos a seguir.
Ha sido difícil, ha sido un desgaste emocional muy fuerte, de andar peleando con ella misma. A veces se dice que ya no quiere saber nada y dormirse, descansar, pero sabe que al siguiente día tiene que hacer cosas porque su hermano tiene que salir. Hay días en los que hasta se le olvida comer.
A su mamá le afectó mucho más la detención. Después de que se enteró que Alejandro está preso se sintió culpable porque no lo detuvo y se reprocha: "yo ya sabía, yo le dije" y se puso tan mal que no se podía ni levantar de la cama, se la pasaba llorando porque no impidió que su hijo saliera de casa.
Alejandro y su madre tenían una clave, la recámara de él está debajo de la de su mamá y con su bastón, cuando ella necesitaba algo, le tocaba fuerte el piso y Alejandro subía corriendo. A ella a veces se le olvida que su hijo está preso y susurra: "tu hermano no está".
Rosalía Peña lo ha visto una sola vez porque no está en la lista de visitas, pero con alguna argucia pudo visitarlo.
Verlo le trajo mucha calma, le dejó tranquilidad, porque además lo vio más gordito porque no está haciendo ejercicio, se encuentra aislado en la zona 3 del área de ingreso. Quizás su madre pensaba que estaba golpeado o encadenado, nadie puede ponerse en la mente de una madre.
Cristina en cambio lo ve cada semana, sabe que su hermano la necesita, que es su enlace con el mundo, con su familia. Sus ojos orgullosos se iluminan cuando recuerda que ahora es como si se estuvieran tomando el cafecito y fumando el cigarro, pero ella más consciente, más fuerte.
Uno nunca sabe lo que es capaz de hacer para evitar una injusticia y ella lo ha aprendido en este tiempo, sabe que la perseverancia de su hermano lo ha hecho estar en donde está y no se refiere a la prisión, sino al lugar en que mucha gente lo tiene por defender causas justas.
Ella buscó al Comité Cerezo México porque Alejandro le dijo que había tomado un curso en su escuelita de derechos humanos y fue así como empezó a darse cuenta de las arbitrariedades cometidas en contra de su hermano.
El grupo inició el acompañamiento en su defensa y han realizado foros y diversas actividades culturales en las que han participado comediantes como Mara Escalante; también han recolectado firmas de solidaridad entre las que están la de Odiseo Bichir y Paco Ignacio Taibo II, entre otros cientos.
El caso ya lo conoce la organización Amnistía Internacional (AI) México y el representante del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en México, Javier Hernández.
Todo esto ha ayudado a Cristina a conocer a personas solidarias. Sabe que detrás de su hermano hay mucha gente que sabe de su trabajo y que su prisión es injusta.
Dice que se ha hecho más humana y que todo el trabajo político en torno a la defensa de Alejandro tendrá que dar buenos resultados, está segura de que defenderá la libertad de su hermano así le cueste la libertad o la vida.
Por Estela Juárez Aguilar - See more at: http://www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=445753&idFC=2014&sURL#sthash.hOUpJMP0.dpuf