Temen, por un lado, a las consecuencias políticas y sociales que conlleva la aplicación del neoliberalismo. ¿Qué sucedería si el pueblo pasara del descontento, de la revuelta y de la rebelión social a la lucha por un nuevo orden económico? y temen, por otro lado, verse fuera del desarrollo económico capitalista, puesto que las políticas neoliberales, si bien benefician a la burguesía como clase, no así a todos los individuos burgueses.
En el primer caso el neoliberalismo pondría en cuestión su propia existencia, no sólo como individuos burgueses, sino sobre todo como clase burguesa. En el segundo caso, el neoliberalismo pondría en cuestión su existencia sobre todo como individuos burgueses, pero no como clase burguesa.
Es así, que para estos elementos burgueses, el neoliberalismo se convierte en el peligro inmediato y visible para su propia existencia.
Por este motivo, es que estos elementos burgueses han mantenido su inconformidad con las políticas neoliberales o con gran parte de ellas y al hacerlo se han colocado políticamente en contra del propio desarrollo de la burguesía como clase. Y lo han hecho no porque estos elementos burgueses tengan intereses antagónicos con la burguesía (puesto que son burgueses) sino, porque dejan, por su situación económica y política de representar a la burguesía en su conjunto como clase que impulsa el neoliberalismo.
La lucha por cambiar o modificar las políticas neoliberales se vuelve así una lucha por poder subsistir económicamente como burgueses y políticamente (creen ellos) como clase dominante. Ahora bien, la inconformidad de estos elementos burgueses con el desarrollo neoliberal del capitalismo se encuentra a su vez, con la inconformidad de la pequeña burguesía por un lado, y con la inconformidad de los trabajadores, por otro.
La inconformidad de estos elementos burgueses y de la pequeña burguesía se traduce en el intento de frenar, o en su caso revertir las reformas de corte neoliberal que afectan directamente su existencia. En el plano político, en la lucha de los diferentes partidos políticos, se ha hecho notorio en estos últimos años, el choque de intereses entre la propia clase política, entre quienes impulsan las políticas neoliberales tal como las dictan los Estados imperialistas y los organismos financieros internacionales y entre quienes tratan de frenar estas políticas neoliberales o algunas de ellas, al mismo tiempo que buscan paliativos para amortiguar las consecuencias económicas de dichas políticas.
Este choque de intereses se presenta aparentemente como una lucha entre neoliberales y antineoliberales, pero lo que en realidad oculta esta lucha, es la contradicción entre el desarrollo de la burguesía como clase y la pequeña burguesía. Contradicción, que si bien no es antagónica está generando fricciones y distanciamientos políticos que se manifiestan en luchas fraccionales entre los partidos burgueses y pequeño burgueses.
La lucha contra el neoliberalismo por parte de la pequeña burguesía y de algunos elementos burgueses, no es más que una lucha contra el desarrollo actual de la burguesía como clase en el ámbito mundial. La pequeña burguesía se convierte así, ante el desarrollo neoliberal, en antineoliberal por sobrevivencia, por practicismo político, por instinto de conservación y no por una inconformidad real con el sistema capitalista. A lo mucho, su inconformidad es básicamente por el proceso de globalización capitalista dado que se ve excluida del propio desarrollo burgués-imperialista. Lucha sólo por sobrevivir como elementos burgueses y como pequeña burguesía.
En países donde el neoliberalismo se ha profundizado, la pequeña burguesía busca revertir las políticas neoliberales volviendo a las políticas económicas propias del Estado benefactor. En los países -como México- en donde el neoliberalismo no se ha profundizado en todos los sectores estratégicos de la economía, lo que busca es frenar el avance neoliberal y defender lo que queda del papel del Estado en el marco del Estado-nación.
Una lucha en este sentido conservadora de un determinado status quo capitalista y, por lo tanto, regresiva respecto al propio desarrollo imperialista del capitalismo. Fenómeno más parecido (más no igual) al de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando el capitalismo entró en su fase imperialista y produjo el descontento de algunos elementos burgueses y de la pequeña burguesía hacia dicho desarrollo capitalista. Contradicción que se manifestó; en ese entonces, entre los defensores del capitalismo mercantil, y los impulsores del capitalismo monopólico e imperialista. Estos últimos, representantes del desarrollo de la burguesía como clase.
Decíamos entonces, que la pequeña burguesía se vuelve políticamente contraria al neoliberalismo por una necesidad objetiva (económica) de sobrevivencia y que la lucha contra el neoliberalismo se traduce en una lucha por frenar y revertir las políticas neoliberales.
Ahora bien, la pequeña burguesía es conciente de que sólo tomando el control del Estado podrá de alguna forma hacer frente al actual desarrollo imperialista. Por ello, en la lucha contra el neoliberalismo, el control del Estado se convierte en un objetivo político que pasa a primer plano.
De esta manera la pequeña burguesía se propone en primera instancia ser gobierno; ya sea mediante elecciones o mediante el encabezamiento de la movilización popular o mediante una combinación de ambas. De lo que se trata, es de disputar el control del Estado a quienes representan a la burguesía como clase e imponer otro rumbo económico, el cual, sin dejar de ser capitalista, entra en contradicción con el desarrollo imperialista, con la globalización capitalista y, por ende, con las políticas neoliberales de la burguesía como clase.
Pero, y esto lo sabe la pequeña burguesía, por si sola o con algunos elementos burgueses a su favor no puede disputarle el control del Estado a quienes representan a la burguesía como clase, necesitan, entonces, como necesidad objetiva, aliarse con la clase trabajadora de la ciudad y el campo para convertirse en una fuerza política con capacidad de disputar la hegemonía a la burguesía. Y aún así, la pequeña burguesía tiene un camino lleno de innumerables obstáculos para poder sobrevivir. Aun cuando logre convertirse en gobierno, no significa que tome el control del Estado, ni mucho menos que se acaben las contradicciones con la burguesía como clase y con el imperialismo, al contrario, la contradicción se agudiza y se torna más virulenta.
La pequeña burguesía se enfrenta a un Estado reducido y reformado por años de neoliberalismo, a tratados y compromisos internacionales, a deudas impagables, a una miseria en aumento y sobre todo a una efervescencia social que amenaza con salirse de los marcos de la lucha antineoliberal.
La pequeña burguesía se encuentra de esta manera y en todo momento entre la espada y la pared. Su carácter históricamente ambivalente y la propia agudización y profundización de la lucha de clases, la hace debatirse entre colocarse del lado de la burguesía como clase (tendencia histórica) o colocarse del lado de los explotados.
Habíamos dicho que la lucha de la pequeña burguesía era una lucha, en un sentido conservadora de un determinado status quo capitalista y que, por lo tanto, era regresiva respecto al propio desarrollo imperialista de la burguesía como clase. Es decir, que para la burguesía como clase, para los Estados imperialistas; la política antineoliberal de la pequeña burguesía significaba tratar, no sólo de frenar el desarrollo neoliberal, sino de regresar a políticas superadas por el propio desarrollo económico imperialista, como querer volver a un pasado superado por la marcha de la "historia", de la globalización capitalista.
Por ello, la pequeña burguesía al constituirse como una traba o como un obstáculo al desarrollo neoliberal se gana la animadversión del imperialismo y más aun cuando la política antineoliberal de la pequeña burguesía se convierte en una política de gobierno. Basta sólo ver como el imperialismo trata por todos los medios posibles (incluida la violencia) de regresar a las manos de la burguesía como clase la conducción del gobierno en donde la pequeña burguesía se presenta como una traba a su desarrollo económico.
Pero, si la política antineoliberal de la pequeña burguesía es regresiva respecto al desarrollo capitalista ¿Qué es respecto al movimiento de los explotados, respecto al movimiento que lucha, no sólo contra la manifestación actual del capitalismo (el neoliberalismo) sino contra el capitalismo como sistema irracional e inhumano?
Podemos decir que la política antineoliberal de la pequeña burguesía en este momento es progresista (que no es igual a revolucionaria) y es un elemento positivo para el movimiento proletario, no sólo porque lucha contra el actual desarrollo imperialista (por ser una traba o un obstáculo a ese desarrollo) sino porque al participar en esta lucha, los explotados, con todas sus limitaciones históricas que tenga la lucha antineoliberal, abre la posibilidad de que los trabajadores se forjen una conciencia anticapitalista y obtengan su independencia como clase.
El carácter progresista de la política antineoliberal se convierte así en "una negación relativa de la burguesía (puesto que tal política parece contrariar sus intereses mediante concesiones a la clase obrera, medidas nacionalistas, otorgamiento de libertades democráticas etc.)" Y de esta manera, la pequeña burguesía se afirma aparentemente como un gobierno no burgués, del pueblo y enemigo de una burguesía neoliberal y del imperialismo, cuando en realidad representa intereses contrarios a la clase trabajadora e intereses no antagónicos con la burguesía como clase.
Una forma también de mantener enajenados a los trabajadores. Si la pequeña burguesía asume, hoy día, una política progresista, en parte también se debe a la presencia y a la lucha de los movimientos populares inconformes con el neoliberalismo. La pequeña burguesía necesita de la clase trabajadora, de su número y de su fuerza política para hacer frente al avance neoliberal y, por ello, se ve obligada a realizar concesiones a la clase trabajadora. Claro, que la relación que establece con los explotados, es una relación de subordinación, de dirigir el descontento social hacia sus objetivos pequeño burgueses.
La lucha contra el neoliberalismo se convierte así en el objetivo político y en el aglutinador de la inconformidad social del que se sirve la pequeña burguesía para hacerse del control del Estado, y con ello, tratar de garantizar su existencia económica y política.
La pequeña burguesía, por un lado se enfrenta a la burguesía como clase por el control del Estado y por el control de las masas explotadas, y por otro lado, se enfrenta a la clase trabajadora por la hegemonía del descontento popular.
No hay que perder de vista que para la pequeña burguesía es perfectamente compatible desarrollar una política antineoliberal, progresista; en este sentido, respecto a las políticas neoliberales del imperialismo, mientras desarrolla una política reaccionaria, represiva hacia el movimiento proletario. El control de los explotados, su mediatización, su enajenación y su encabezamiento es una función a la que la pequeña burguesía no renuncia nunca.
La lucha contra el neoliberalismo se convierte así, en el punto de convergencia de elementos burgueses inconformes, de una gran parte de la pequeña burguesía y de la clase trabajadora.
Una lucha que por las condiciones del desarrollo imperialista y por la inmadurez de la clase proletaria se presenta como una lucha encabezada por la pequeña burguesía, lucha que contiene diferentes intereses de clase y que, por lo mismo encierra la contradicción entre explotados y explotadores.
No hay que olvidar que la actual política de la pequeña burguesía es en estos momentos antineoliberal, pero nunca será anticapitalista. El único sujeto social que tiene la posibilidad histórica de llevar hasta sus últimas consecuencias la lucha antineoliberal es la clase explotada.
Sería un error teórico y político creer que la lucha contra el neoliberalismo es una lucha únicamente pequeño burguesa. Esta lucha también es proletaria en la medida que la clase trabajadora participa en ella como una fuerza conciente e independiente con el objetivo de construir una sociedad distinta, no sólo respecto al neoliberalismo, sino al capitalismo como sistema.
En el momento en que la pequeña burguesía abandone su política antineoliberal deja de ser una política progresista y se convierte en reaccionaria o neoliberal.
Héctor Cerezo Contreras, preso de conciencia.
10 de diciembre de 2003