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Carta al Mundo. Agosto de 2002

Sábado 17 de agosto de 2002, por Comité Cerezo México

Mundo:

La décima carta, creo, que marca un año, de eso sí estoy seguro, de nuestra detención: un año, doce meses, trescientos sesenta y cinco días y muchas, pero muchas, horas presos ¿Y tú qué? Ni pa’tras ni pa’delante o tal vez más para atrás, pero quién sabe.

En el transcurso de este año, mundo, el ministerio público de la federación, el juez... los jueces (ya van tres) que estudian nuestro caso y otra gente han buscado con tezón la “verdad” histórica de los hechos por los cuales dicen nos tienen presos: Mas el MP quien a cada rato en las audiencias repetía solemne que encontrar la verdad histórica era su única intención, claro que la verdad, su verdad histórica, ya estaba hecha y esta consistía y consiste todavía en hacernos culpables de todo lo que la federación por su conducto nos imputa.

Tú sabrás, querido mundo, mejor que yo que la verdad histórica no es siempre la verdad jurídica (esa que se construye con ayuda de códigos, leyes y procedimientos penales), que acaso la verdad jurídica en muchas ocasiones tiene por función servir de puntal para sostener lo que se presenta como verdad histórica.

La “verdad” jurídica creada por los hombres representantes del poder económico y político es, al fin y al cabo, la que nos mantiene presos todavía y la que nos puede condenar; la verdad, la nuestra, la que también es hecha por los hombres, es la que nos mantiene resistiendo.

La verdad existe en tanto que los hombres la construimos, pero esta verdad para serlo debe corresponder con fidelidad a la realidad objetiva sobre la cual es construida.

La “verdad” cuando es reflejo de los intereses de un grupo de hombres, cuando es construida bajo sus intereses que ocultan o deforman la verdad objetiva se convierte en la justificación de sus actos, justificación que además imponen de múltiples maneras a otros hombres que, muchas veces, la adoptan como suya sin cuestionarla... ¿Y?

Calma, calma a lo que voy es a lo siguiente:

Cuestionar la verdad de la clase dominante que se nos impone, a veces de manera sutil y otras a bola de madrazos; correr el velo que la cubre ante los ojos de otros hombres para que vean más allá de la “verdad”, la cual por ser mil veces y de mil formas repetida se erige como la única y universal, es la causa, el origen de la venganza de estado (representación de la clase en el poder), contra los hombres que se atreven a hacerlo máxime si el cuestionamiento es acompañado de la praxis que atenta contra sus intereses políticos, económicos, culturales, etc.

Supondrás por lo anterior que nuestro caso tiene por fundamento nuestra actitud y actuar que niega y cuestiona la “verdad”, su “verdad”, ésa que dice que todo ser humano es ser humano solo sí: produce ganancia, genera capital, consume mercancías, vende y compra, aunque el objeto comercializado sea su humanidad misma, su humanidad cosificada.

Cuestionar la deshumanización, la pérdida del hombre de su humanidad es para los que detentan el poder un acto subversivo y por ello justifican la tortura, el asesinato, la desaparición, las detenciones arbitrarias y los encarcelamientos injustos. Sin embargo, el acto subversivo para la clase en el poder es para nosotros el compromiso irrenunciable con nosotros mismos, con el hombre, para recuperar y reconstruir nuestra humanidad, recuperar las cualidades creativas y transformadoras del hombre que se humaniza a sí mismo y al mundo que lo rodea, y este compromiso, diría Freire, es un acto de amor y valentía.

Nuestro cuestionamiento a la “verdad” impuesta nunca traspasó los límites de la legalidad que rige nuestro acontecer social o ¿acaso alfabetizar o ayudar a las comunidades indígenas a obtener un mejor precio por el café que cosechan o estudiar dos carreras transgrede la legalidad?, y sin embargo, a pesar de este hecho seguimos presos.

No podemos aceptar las verdades económicas, jurídicas, políticas, sociales, culturales constituidas desde los intereses de la clase en el poder porque sería aceptar entonces también el mundo de la hipocresía, de la doble moral donde el discurso no corresponde a los hechos, aceptar la verdad que no es más que una imagen distorsionada de la realidad sería aceptar que somos igual de hipócritas e inhumanos como lo es la clase en el poder.

Resolver, pues, la contradicción entre la “verdad” jurídica y la verdad; cuando la primera no está en correspondencia fidedigna con la segunda es un asunto complejo, ya que está de por medio no sólo la vigencia del sistema judicial actual, y por ende la credibilidad del gobierno y los gobernantes, de aquí que resolver la contradicción entre la “verdad” jurídica y verdad conlleva necesariamente la defensa a ultranza del statu quo construido por la clase en el poder, defensa que lleva en sí la violencia, la destrucción del ser humano y su humanidad.

La verdad que para otros es amenaza para nosotros es fuerza es el fundamento de nuestra convicción de no renunciar a nuestros sueños e ideales, es lo que hasta hoy nos mantiene lúcidos en el encierro (o por lo menos eso creemos).

Discúlpame, mundo, si te aburrí, pero hoy era necesario hablar un poco de esa “verdad” que oculta tras de sí a la verdad, esa que tu sabes que puede ser pisoteada, vilipendiada, pero que siempre en cualquier momento los hombres retomamos para construirte con nuestra praxis tal y como lo exigen nuestras metas: construirte sin la explotación del hombre por el hombre y de todo lo que ello implica; construirte en la exacta dimensión del ser humano que se construye a sí mismo y desarrolla sus cualidades más bellas y por eso te embellece.

Bueno, mundo, sólo agradecer tu aguante por estas cartitas pretenciosas y mal redactadas y saludarte, saludar a todos los que se tomaron un tiempo conociéndonos o no, para escribirnos, para recordarnos, para mencionarnos, para ir a la marcha, para firmar una carta, para aportar cada vez más a la transformación radical del actual estado de cosas; saludamos a todos los presentes y también a los ausentes, sobre todo a los ausentes con los cuales, salvo que sea posible la telepatía, no podemos comunicarnos, sí, es literal no podemos, y si los ausentes nomás son dos, mamá y papá.

A Emiliana, a Francisco, a nuestros padres, a nuestra historia, motivos de orgullo y amor profundo.

Este es el día

No otro,

No el que hubiésemos querido;

Este es el tiempo de ayer

Entre murallas.

Este es el día:

No con el que soñamos precisamente,

Pero es,

Al fin y al cabo.

CEFERESO # 1 “La Palma” Almoloya de Juárez. Edo. Méx. 13 de agosto de 2002

Antonio Cerezo C.

P.D.1: Hoy es sábado 17 de agosto, hoy se cumple un año exactamente de estar recluidos en este penal, todo por que supuestamente somos (ahora sólo Héctor y yo, Antonio) “criminales” de “máxima peligrosidad”, hasta yo me doy miedo cuando veo mi ojo en el espejo, sólo el ojo por el tamaño de espejo, y eso que mi ojo es pequeño.
Como ya tenemos un año aquí podríamos dar una conferencia sobre cómo es eso de vivir aquí, pero no lo haremos, tan solo seguiremos en la tónica de que no hay un motivo real para que Héctor no esté en el mismo módulo y pasillo que nosotros.

P.D.2: Faltan dos días para que se cumplan diez meses del asesinato de Digna Ochoa y Plácido y... ¿Dónde están los asesinos? Los intelectuales en el ejercicio del poder, los materiales seguramente en alguna otra actividad beneficiosa para sus jefes.
¿Por qué la PGR y la UEDO y el CISEN y todos ellos no han detenido a los asesinos? Digo si agarrarnos nomás les llevó tres días...

Sale mundo, aquí estamos todavía con muchas dudas y muchas certezas con mucha alegría por vivir y amor a los hombres, a los seres humanos pues.
17 de agosto de 2002
Antonio Cerezo #1108 módulo 5 pasillo 1A.
CEFERESO #1 Almoloya de Juárez.
Exigimos amnistía federal para liberar a todos los presos políticos y de conciencia del país.

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