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Tortura, la constante en cárceles de México

Patricia Guillén / Animal Politico

Viernes 2 de septiembre de 2011, por Comité Cerezo México

Su destino… los separos de la PGR, y las palabras de bienvenida ¡Aquí no hay derechos humanos y así como se porten los vamos a tratar! Comenta Antonio fue también el momento en donde conoció a los otros sujetos con quienes los relacionaban. [...] Entre la larga cadena de violaciones a los derechos humanos que deben enfrentar las personas que son detenidas por motivos políticos se encuentran: Derecho a la libertad y seguridad personales, derecho a la integridad personal, derecho al acceso a la justicia, derechos de los acusados y derechos de las personas privadas de la libertad.

El Subcomité para la Prevención de la Tortura de las Naciones Unidas, tras una visita al país a 24 centros de detención en el Distrito Federal y los estados de México, emitió en un informe en el 2009, en el cual identifica numerosas fallas estructurales en el sistema penal mexicano que alientan la tortura, pero el gobierno mexicano mantuvo dicha información bajo reserva y fue hasta el 2010 que la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y Todos” promovió un recurso al respecto ante el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI).

En el informe, el Subcomité de la ONU “deplora las irracionalmente amplias facultades del ministerio público”, declarando que el que los detenidos se queden bajo custodia del Ministerio Público, a pesar de ser éste una parte acusadora en el proceso, provoca que los agentes ministeriales cometan tortura para arrancar confesiones que luego pasan a ser pruebas.

Informan que, según ellos, constataron la falsificación de certificados médicos por peritos ministeriales con el fin de encubrir lesiones presentes a la llegada de los detenidos; incluso algunos médicos le confirmaron al organismo que ha habido órdenes para que falsifiquen los datos. Es común que los abusos ocurran en el momento de la detención al traslado, precisó la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos.

Así mismo documentan graves abusos a las personas arraigadas y que éstas han sido amenazadas para que no hablen.

En el Centro Nacional de Arraigo, de acuerdo con registros oficiales, la mitad de los arraigados llegan con lesiones de origen reciente, con un promedio de 17 lesiones; en algunos casos las mujeres son violadas varias veces.

Algunos grupos vulnerables como las personas indígenas, son quienes de maneras rutinarias son obligadas a firmar confesiones sin entender los delitos que se les imputan y sin contar con intérprete.

Finalmente, el informe hace un recuento de las condiciones en varios centros de detención, registrando en su mayoría actos de tortura brutal, el hacinamiento y condiciones carcelarias infrahumanas, factores que califican como desencadenantes de violencia.

Uno de esos casos fue el 8 de agosto de 2001 cuando explotaron tres petardos de fabricación casera en sucursales bancarias del Distrito Federal, actos que fueron reivindicados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP). La Procuraduría General de la República (PGR) inició una investigación contra quien resultara responsable de los hechos.

Después de cinco días de averiguación, los detenidos resultaron los hermanosAlejandro, Antonio y Héctor Cerezo Contreras, hijos de Emilia Contreras Rodríguez y Francisco Cerezo Quiroz, ambos buscados y considerados por la PGR como presuntos líderes del Ejército Popular Revolucionario (EPR).

Los hermanos fueron sentenciados a 13 años de prisión acusados de actos terroristas por los sucesos antes mencionados, pero en la apelación, el juez del caso les redujo a siete años de sentencia retirándoles el cargo de terrorismo, tan sólo por los cargos de violación a la Ley contra la Delincuencia Organizada y acopio de armas y cartuchos de uso exclusivo del Ejército.

A diez años de haber sido detenidos, acusados y encarcelados, uno de los hermanos, Antonio Cerezo narra cómo vivió y permaneció sus días en la cárcel por 7 años, iniciando desde los momentos de su detención en su domicilio, ubicado en aquel entonces en Santiago Tepalcatlalpan, Xochimilco.

–Fue un lunes 13 de agosto, eran las cinco de la mañana aproximadamente, estaba dormido a un lado de mi hermano Héctor Cerezo de 22 años, cuando escuché una voz: ¡Levántense!

¡Desperté sobresaltado! y lo primero que vi fue a un hombre con pasamontañas de color negro, vestido de gris, me apuntaba con una pistola, me dijo: ¡Híncate, manos a la nuca!- obedecí y vi a otros hombres armados con la misma vestimenta.

Uno de ellos me sacó al patio, tras de mí sacaron a mi hermano. Tan sólo tenía puesto una camisa de color negra de manga larga y trusa, y así me sacaron, descalzo. En ningún momento me opuse, aún sin enseñarme la orden de cateo u orden de aprehensión.

Antonio narra que en el patio de su casa pusieron contra la pared, de forma ordenada de izquierda a derecha, a un vecino, Héctor (hermano de Antonio), y él, con las manos en la nuca y piernas abiertas.

–Un hombre se llevó a mi hermano Héctor para revisar nuestros archivos en la computadora, y a mí me daban de golpes en las costillas, me tomaron del brazo e hicieron lo que comúnmente llamamos “manita de puerco” y me llevó así hasta la entrada del cuarto.

A quien lo llamaban comandante me dijo -¿ya sabes por qué estamos aquí?, desde este momento eres prisionero de guerra y así te vamos a tratar- acabando me dio otro golpe en el estómago.

Me sentaron en una silla con las manos atrás esposado con un hule como de un centímetro de ancho y medio de grueso, me lo pusieron por encima de las mangas de la camisa, supongo para no dejar marcas. Más golpes en la cabeza, a puño cerrado y de lado sin dirección alguna pero me llegaban principalmente en la sien, y eran alternados con jalones de cabello y de orejas.

Hora y media más tarde me vendaron los ojos. Escuché que alguien sacudía una bolsa y en tan sólo segundos me agarraron de los brazos y me la pusieron sobre la cabeza, y dije ¡no, la bolsa no! como no podía respirar mordí la bolsa logré hacer algunos pequeños agujeros, me golpeaban en el estómago, estaba desesperado ya no podía respirar.

Fueron varios minutos que Antonio dejó de respirar, y luego vino el interrogatorio: ¿Cómo te llamas?, ¿Cuántos años tienes?, ¿De dónde eres? ¿En dónde están los explosivos? ¿Quién es el bueno para eso? ¿En dónde están tus padres?, ¿Hace cuánto que no ves a tus padres?; los agresores más golpeaban a los hermanos por no darles las respuestas que esperaban.

–Como en mi casa habían muchos libros: economía, filosofía, sociología, psicología, pedagogía, literatura, cuentos y poesía me preguntaron si ya había leído a Carlos Marx “El manifiesto del Partido Comunista” dije que sí, no supe porque la pregunta.

Empezaron a hablar entre ellos hasta que dijeron que había llegado el de la SEDENA. Se oía que entraba y salía gente, alguien tomaba fotos, y a mí me movían de un lado a otro.

Me arrancaban los bigotes con las manos y me callaban a gritos cada vez que me quejaba -Comandante: Dice que aunque le arranquen un brazo no va a decir nada, que los entrenan como Jean Claude Van Dame y que aguantan un chingo debajo del agua ¡ja-ja-ja-ja!- se reían.

¿Quieres que tratemos como bestia, o como humano? Preguntaba, -como humano- respondí, entonces habla, -no sé nada- o te vamos a reventar tu madre, decía.

Los golpes en el cuello cada vez eran más fuertes. Uno de ellos ordenó que me trajeran un pantalón, luego me pusieron un pasamontañas en la cabeza y dijeron -se ve igualito, así se ve cuando se lo pone jajaja-. De pronto comenzaron a jugar con una pelota de frontón, me la aventaban a la cabeza y luego a los testículos.

Me pidieron que abriera las piernas ¡ábrelas cabrón! Yo pensé que me iban a dar toques eléctricos, pero no -¿Te gustan los hombres?- pregunto uno. No- respondí. A mi sí- me dijo. Te vamos a coger, ya estoy practicando con el balero el capirucho- Cógetelo tu primero, que yo tengo gonorrea- decían.

Se acercó otra vez el que interrogaba, -¿Qué, ya te cagaste?- -no–pues te vas a cagar y voy a hacer que te comas tu mierda, te voy a cortar los huevos y voy a hacer que los mastiques-.

Me quitaron una venda que tenía en los ojos y después me pusieron una toalla en la cabeza y salimos de la casa.

Con este traslado, Antonio creía que iban a matarlo.

–Durante el camino sólo pensaba en lo que me esperaba, en la tortura más cruel, la muerte lenta.

Uno se me acercó al oído y dijo -¡te van a dejar morir y ¿quién te va a ayudar? tú estás aquí y tus jefes se dan la gran vida, ¿crees que les importas?, nadie se va a acordar de ti!

Su destino… los separos de la PGR, y las palabras de bienvenida ¡Aquí no hay derechos humanos y así como se porten los vamos a tratar! Comenta Antonio fue también el momento en donde conoció a los otros sujetos con quienes los relacionaban.

–Nos ordenaron bajar la vista con las manos en las bolsas traseras del pantalón, me pusieron una tabla con el nombre de Alfonso y me fotografiaron de frente y de perfil, después todos juntos.

En otro cuarto me tomaron video, prueba de voz y prueba de disparos de armas. Preguntaron si pertenecía a algún partido político.

Durante los 4 días detenidos en los separos de la PGR, los hermanos fueron visitados por la CNDH y otras organizaciones de derechos humanos, gracias al apoyo de sus compañeros de la universidad, quienes estuvieron al pendiente y se enteraron de la tortura generada en el momento de su detención.

– Los policías de guardia estaban enojados por las visitas, uno de ellos decía:”Hasta parecen viejas, ni los puede uno tocar, ya ni cuando andaban de guerrilleros en Oaxaca o en Guerrero”.

Con la impotencia de lo vivido, Antonio recuerda cómo varias veces pidió atención médica por los golpes y siempre se le fue negada.

–Con dolores en varias partes del cuerpo no podía dormir ni un minuto, sólo me dieron unas pastillas de naproxeno sin revisión médica.

Después de 4 días en los separos de la PGR, los detenidos fueron trasladados al penal de Almoloya, en el transcurso del viaje, en la camioneta los policías escuchaban los CD´S de Antonio. Ahora se enfrentaría a la vida cotidiana en un penal de máxima seguridad.

–Nuevamente me pidieron que me desnudara, separara los glúteos, hiciera sentadillas, me dijeron que al responder dijera “sí señor, no señor”, me dieron un uniforme con el número 1108, me tomaron fotos en todos los perfiles, desde el ingreso consideré a la cárcel como la continuidad de la tortura.

Violando la propia normatividad del penal, desde el primer día me llevaron a las celdas de castigo, éstas eran de dimensión 2 metros por 1.50 totalmente semioscura, tan sólo un hoyo que simula la taza del baño.

Días después de permanecer en el penal de Almoloya les notificaron que por falta de pruebas quedaban exonerados del cargo de terroristas por las explosiones en los bancos, motivo por el cual les redujeron de 15 a 7 años de sentencia, esto por haberles encontrado armas de fuego, cartuchos y más de 100 mil dólares en su domicilio en el momento de su detención.

–Nos avisan un 5 de septiembre que teníamos diez días para presentar pruebas para el desahogo y poder quedar libres de los cargos que nos restaban, pero como se le hacía si toda mi documentación, acta de nacimiento, certificado de estudios, cartilla militar, pasaporte, credenciales, todo lo tenía la PGR.

Mi caso era difícil y sin entender, queda claro que las autoridades tan sólo buscan a quiénes hacer responsables de hechos que no pueden resolver y esto a cualquiera le puede pasar. Hasta pensé que todo me estaba pasando como para asustar a los universitarios de la UNAM que en ese entonces estaban en manifestación.

Jamás pudimos hacer nada para salir libres, siempre buscaron como dejarnos por 7 años en la cárcel, y aunque se suponía que teníamos los mismos derechos que los demás presos nunca fue así. Siempre con vigilancia especializada a todas horas del día.

Antonio dice que vivió en la cárcel desde los tratos más inhumanos y degradantes y amenazas constantes que no dejaron de cesar, y sin poder hacer nada porque era motivo de castigo.

  • El nivel de impunidad de las autoridades en la cárcel es más grande de lo que uno se imagina, cualquier cosa es motivo de castigo para los presos. Desde las torturas hasta la muerte.

En enero del 2005, me trasladaron al penal de máxima seguridad de Matamoros, me aislaron completamente por cien días aplicándome la tortura sensorial, día y noche con las luces prendidas en la celda, tortura del ocio forzoso encerrado las 24 horas del día en la celda sin hacer nada, llevan a las personas al límite de la resistencia psíquica hasta llegar al suicidio.

Lo único a lo que se tiene derecho cuando uno es castigado, es a comer 5 minutos para esto tan sólo se logra tragar sin masticar la comida que nos arrojan en un hueco bajo la puerta, en tanto para bañarse el guardia va por uno nos llevan a las regaderas y nos regresan.

Al interior de la cárcel hay mucha gente que es golpeada y ni cómo avisarle a las familias, todo se queda ahí torturados psicológicamente, hasta para que ya no lleguen los familiares a visitar a su preso, aplican un maltrato sistemático, se supone que cuentan con equipos, aparatos y cámaras de rayos x para detectar que llevan los visitantes.

Por lo general, a las mujeres les hacen que se bajen las pantaletas a la rodilla y hagan tres sentadillas y con ello ver si no llevan algo entre las nalgas, y si llegan menstruando frente a ellos deben quitarse la toalla sanitaria y luego ponerse otra, además de quitarse el sostén. Los humillan con tal de que ya no regresen.

El ahora exrecluso del penal de Almoloya, Antonio Cerezo no olvidará la frase más repetida al interior de la cárcel: “Aquí vamos a ser dueños de tu vida, nosotros somos dueños de tu vida”. Hasta hoy día Antonio Cerezo Contreras, se pregunta ¿cuál fue el motivo de haber estado preso? al mismo tiempo se responde –fuimos la carnada del gobierno para atraer a nuestros padres y encerrarlos, que ellos son otra historia-

La cárcel como forma de represión y castigo social

En un informe que comprende los años 2009 y 2010 de organizaciones de derechos humanos del país, dice que en 17 estados de la República mexicana han existido detenciones por motivos políticos, entre ellos:

Campeche, Chiapas, Chihuahua, Distrito Federal, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Sonora, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán.

En este periodo fueron detenidas 245 personas por motivos políticos, 123 de los casos ya fueron liberadas, de entre las cuales 83 obtuvieron su libertad bajo proceso judicial y 18 permanecen aun en prisión.

Según el informe de las organizaciones, si a estas cifras se le suman los datos correspondientes al periodo 2002-2008, resultaría que aún 108 personas permanecen presas por motivos políticos.

Desde el último sexenio priista (1994-2000) todavía 31 personas se encuentran en prisión, la mayoría son indígenas zapotecos de la zona de los Loxichas, Oaxaca, quienes fueron presos, detenidos y torturados.

Así mismo, 46 personas detenidos en el sexenio de Vicente Fox (2000-2006) siguen en prisión; en tanto, en los pasados 4 años de Felipe Calderón, 31 personas aún son presos por motivos políticos.

De acuerdo con el informe, muestran una fuerte tendencia en el patrón de detenciones por motivos políticos dirigida contra luchadores sociales de derechos humanos, fabricando delitos contra estos sectores como manera de “castigar su forma de pensar, la actividad política organizada, protesta social o bien en la defensa de los derechos humanos”.

Con base en los datos recabados, la mayoría de las detenciones ocurren por supuestos delitos del fuero común, 74 %; seguidas de aquellas detenciones por supuestos delitos del fuero federal, 20 % y, el restante 6 %, se debe a detenciones por delitos múltiples tanto del fuero común, como del federal.

Detenciones masivas y selectivas

En este tipo de detenciones en México, en los años 2009 y 2010, según el informe, más de un 59 % de los detenidos logran estar libres bajo fianza, una 28 % de ellos libres bajos ningún cargo y sólo un 13 % es mantenido en prisión.

Entre la larga cadena de violaciones a los derechos humanos que deben enfrentar las personas que son detenidas por motivos políticos se encuentran: Derecho a la libertad y seguridad personales, derecho a la integridad personal, derecho al acceso a la justicia, derechos de los acusados y derechos de las personas privadas de la libertad.

Entre ellas se incluyen: Agresiones físicas, intimidación, amenazas, amenazas de muerte, vigilancia, hostigamiento, violación sexual, hostigamiento sexual, agresión sexual, uso desproporcionado o indebido de la fuerza pública, tratos crueles, inhumanos o degradantes, al derecho a un juicio público, al principio de derecho a la igualdad entre las partes, ser informados de las razones de la detención, y de los cargos en su contra, privados de instalaciones adecuadas, a un trato digno y humano, información sobre reglamentos y servicios médicos.

El número de presos por motivos políticos en cada estado proporcionados en la investigación, Chiapas es el lugar en que hay más presos de conciencia, mientras que el Estado de México presenta más casos de presos injustamente asociados a motivos políticos.


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