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Testimonio de Alejandro Cerezo Contreras

Lunes 10 de septiembre de 2001, por Comité Cerezo México

Me llamo Alejandro Cerezo Contreras, tengo 19 años y estudio (aba) dos carreras, Sociología en la UAM-X (tercer trimestre) y Economía en la UNAM en Ciudad Universitaria (2nd. Semestre).

Me detuvieron el día 13 de agosto aproximadamente a las 4:00 de la tarde, cuando yo proveniente de mi domicilio llegaba a la casa ubicada en Santiago Tepalcatlalpan, para lavar ropa y comer, la calle de la casa era como en cualquier otro día, había en un inicio dos casas antes a la mencionada, un carro Tracker (como jeep pequeño amarillo) de lado izquierdo, de lado derecho un camión como los de Bimbo gris y el vecino que estaba pintando su zaguán, al topar pared con la casa del zaguán de madera, pude ver en la calle de lado izquierdo que va hacia arriba una Suburban roja y de lado izquierdo en todo lo que abarca la casa están estacionados primero una camioneta tipo Pickup blanca con camper y dos camionetas tipo Suburban de color oscuro, ya estando yo a la altura del zaguán de la casa un oficial, vestido con pantalón negro, botas negras y playera gris oscuro, me detuvo y me pregunto mi nombre y le dije me llamo Alejandro Cerezo Contreras, me quitó mi morral donde llevaba mi ropa sucia y la sacó, me cateó y me preguntó si iba armado y a dónde me dirigía, pidiéndome también una identificación, le dije que me dirigía a la casa mencionada, que no venía armado y en el momento de querer sacar mi identificación, me hizo una como llave en el brazo me volteó hacia la casa y pude ver a otros oficiales vestidos con overol gris con siglas de la PGR y otros con camisa gris con siglas de la PJF y personas de civil, fue entonces que el oficial con su llave que me aplicó me trasladó al interior del domicilio, en la entrada pude ver a uno de los hijos del casero y carro como Datsun gris que estaba estacionado en el patio, subió dos escalones y me metieron al primer cuarto donde pude ver a mi hermano Héctor sentado en una silla hacia la pared y esposado con la cabeza abajo, asimismo noté que el cuarto estaba vacío; es decir no había nada de muebles o pertenencias, después me condujeron al cuarto continuo donde pude ver a mi hermano Antonio sentado en una silla con las manos hacia atrás, la silla está cerca del baño, en ese cuarto tampoco había rastros de muebles o pertenencias estaba vacío, me sacaron de los cuartos y me metieron a la cocina en donde tampoco había nada más que una mesa, ahí me pusieron en una esquina en una posición que considero de castigo, donde me pidieron me quitara las botas y empezaron a decirme que si ya venía uniformado que dónde había comprado mis botas (que son tipo militar) y donde había comprado mi pantalón (pantalón negro tipo militar) le dije que las botas las había comprado en el Centro a un lado de Palacio Nacional y el pantalón en Pericoapa, me empezaron a decir que ya me había llevado la chingada, que mis hermanos ya se habían cagado, que no había aguantado la putiza, que me iban a torturar, a llevar al Campo Militar número 1, que me iban a desaparecer, la posición era en un principio con las piernas separadas y luego con los pies y manos juntas, me dejaron aproximadamente unos 5 o 6 minutos en los cuales me ponían las botas corvas diciendo que me agachara más y levantara los brazos y la cabeza, asimismo decían que si me caía me iban a putear (golpear), de repente llegó alguien gritando “lo haces por Lucio Cabañas, lo hacemos por los pobres” y sopas que me da un zape en la cabeza, me gritaban esto no es uno película, esto es la realidad, ya se los llevó la chingada, me preguntaban que quién era el karateka y le dije que no sabía, me dijeron que era mejor que cooperara o me iba a llevar la chingada, le dije que tenía derecho a llamar un abogado, y con tono de burla me dijeron que sí ahorita lo llamábamos, que quién era, durante todo ese tiempo nunca se me dijo porque estaba detenido ni se me mostró una orden de aprehensión ni cateo de la casa, ya después me voltearon y alguien me tomó una foto, éste dijo “le voy a tomar una foto nada más de medio cuerpo” y como estaba volteado pude ver a todos los uniformados unos de la PGR y otros de la PJF así como uno de civil y al fotógrafo, en eso me condujeron afuera y como llevaba una cinta como cinturón un hombre de civil que estaba sentado en una silla ordena que me quitaran la cinta, a lo que un hombre dijo “no me vaya a infectar” y se puso unos guantes como de piel acolchonaditos voltee a ver al de civil y me dijo “qué me vez pendejo”, al parecer como el de los guantes no me podía quitar la cinta el de civil se paró y me la quitó, en eso escuché que se preguntaban en que vehículo me iban a transportar me sacaron al zaguán pude ver la Pickup blanca con camper y la Suburban, me agacharon la cabeza y me pusieron mi playera que llevaba puesta sobre la cabeza, me subieron a una Suburban, luego escucho que a esa no y me llevaron con la vista abajo y la playera en la cabeza (iba descalzo todo ese movimiento) alcancé a ver que no subían a la camioneta blanca, cuando me subieron sentí que atrás de donde me sentaron iba mi hermano Héctor esposado y yo también desde que me sacaron de la casa iba esposado, alguien me puso el codo y antebrazo en la espalda y con la mano me agachaban la cabeza, no puedo calcular el tiempo exacto del transporte, pero lo que sí recuerdo es que pensé que me iban a desaparecer o a llevar al Campo Militar número 1, en el trayecto a lo que después sabría que era la PGR en Camarones la parte de abajo de la camioneta se calentó de tal modo que nos quemaba las nalgas, al llegar nos bajaron y escuché que si nos llevaban a los separos o al servicio médico, nos llevaron al servicio médico y tuvimos que subir escaleras, al llegar a un sitio nos quitaron la camisa y un short que yo traía como ropa sucia y que no me había dado cuenta que me lo había puesto en la cabeza.

Vi que estábamos yo y mis dos hermanos en alguna oficina, vi a tres hombres armados y otros que salían y entraban, nos pasaron con unos doctores que nos preguntaron si nos habían hecho algo, yo les dije lo de la posición de castigo, me desnudaron y reportaron que tenía roja la región glútea, no me revisaron los oídos, ni nada más. Ya me vestí y salí, ya nos dejaron sentar en el piso y un policía nos empezó a hacer la plática diciéndonos que a qué nos dedicábamos y yo le dije que era estudiante y me dijo no muchachos existen otras formas de protestar, bueno yo no sabía de lo que estaba hablando, me dieron mis botas y me dijeron (ordenaron) que le quitara las agujetas (cordones) se los quité y me puse las botas, pedimos permiso para ir al baño y nos llevaron, regresamos y me dijeron que tomara mis cosas, tomé mi morral y otras cosas que habían tomado de la casa, toallas y otro suéter, nos bajaron por una escaleras hasta un pasillo donde había un escritorio y unos oficiales de guardia, ahí vaciaron el morral e hicieron un inventario del dinero y las pertenencias que traía yo, me preguntaron dónde había comprado mis botas y mi pantalón, me hicieron quitar mis botas y mis calcetines, bajarme los pantalones y alzarme la camisa, vieron que traía una pulsera en el tobillo y la cortaron para quitármela, asimismo con la que traía en la muñeca después ya me vestí y de repente llamaron a mi hermano Héctor y luego luego a mi, entonces nos dijo un oficial, “aquí no hay derechos humanos, aquí los derechos humanos se acabaron, así que cooperen o se los lleva la chingada”, “es más igual en la noche vienen los militares y se los llevan” y me encerraron en un separo diferente a los de mis hermanos, sólo veía a mi hermano Antonio enfrente y mi hermano Héctor había quedado al lado, después nos sacaron a los tres y otros dos señores que no conozco y nos llevaron arriba a las oficinas ahí el mismo que en la cocina me tomó la foto de medio cuerpo, nos tomó fotos de frente y de perfil izquierdo y derecho sosteniendo un cuadro con la fecha (que por cierto no vi si era la de ese día) y ya nos bajaron, después nos volvieron a subir para que declaráramos, sobre qué, no se porque no me dijeron el delito, obviamente me abstuve de declarar y firmamos una hoja donde decía que teníamos ese derecho y beneficio, en ese momento se me permitió una llamada telefónica, la cual realice a una amiga, informándole dónde estaba detenido y pues que viera qué onda, nos bajaron otra vez, me subieron otra vez y me dijeron si quería declarar y si quería un abogado de oficio, yo dije que no quería declarar si no había una persona de mi confianza y me dijeron si quería dar mis generales y dije que no, entonces se retiró el abogado de oficio, a raíz que yo dije que no declararía hasta estar presente mi abogado, en ese momento una señorita a quien le preguntó el señor que estaba en computadora MP, si tenía el delito de terrorismo, ella contestó que no.

Ahí en la noche un hombre de traje de la PGR me empezó a preguntar mis generales y yo los di, luego sobre lo que supuestamente encontraron en casa donde dormían mis hermanos y yo le dije que no sabía nada, y a todo lo que me preguntó le dije que no sabía, porque pues no sabía, fue ahí donde di yo mi domicilio en Tepepan.

La verdad es que de esa noche no recuerdo con exactitud el orden de los sucesos, lo que sí es que nos tomaron las huellas digitales varias veces, ya me habían dado una cobija, yo me sentía muy mal de la garganta puesto que acababa de empezar mi tratamiento contra un estreptococo áureos “dorado”, tenía la angina del tamaño de una pelota y se me dificultaba tragar saliva o agua.

El día martes por la mañana transcurrió sin ningún movimiento como a medio día me sacan y me regresan, en la noche nos va a ver una persona con un amparo sobre incomunicación y tortura, puesto o promulgado por el señor Felipe Canseco, ahí el señor nos lee el documento y nos pregunta si hemos sido golpeados o incomunicados en los separos de la PGR, contestamos que no, pero se le dijo que en el momento de la detención de mis dos hermanos sí había habido tortura, a lo que él nos dijo que eso no importaba que el amparo era únicamente a partir de nuestra estancia en la PGR, y lo firmamos, después en la noche me sacaron arriba en una oficina donde estaba un señor en un escritorio, otros dos de civil con arma y me dijeron que dónde estaba mi abogada y que me conminaban a declarar, que era mejor que yo declarara, yo les dije que no declararía hasta estar Pilar Noriega, entonces me dijeron que le hablara a mi amiga para ver cuándo venía mi abogada, hice la llamada y contestó su mamá amiga mía también, y me dijo que había estado en la PGR todo el día y que le habían dicho que yo no estaba ahí sino en la UEDO, le dije que no, que yo estaba todavía en la PGR en Camarones y que los señores me estaban diciendo que declarara, me dijo que no declarara y que Pilar estaría en camino, regresé a la oficina y les informé que mi abogada ya vendría, me dijeron que en cuánto tiempo, como era ya noche les dije que como en tres horas, me despidieron y me volvieron a bajar a los separos, creo que otra vez nos tomaron huellas digitales y fotos, informé a una señora que nos dijo que estaba para ayudarnos, que ella velaba por nuestros derechos, que si no se me ofrecía nada, yo por temor a que me dieran algún chocho macabro le dije que no. La verdad es que no recuerdo si fue el martes o miércoles por la noche, creo que fue el miércoles que fue la CNDH a causa de un oficio que presentó la Liga Mexicano de los Derechos Humanos dependiente de la Federación Internacional de los Derechos Humanos, FIDH en donde se decía que nos había o estaban torturando, vi como sacaron uno por uno a mis hermanos y después a mi, uno de los que venían tenía una grabadora en la cual nos ponía cada vez que hablábamos, otro tenía una cámara fotográfica y el otro iba relatando en una hoja los sucesos, les dije que me detuvieron sin decirme por qué y que hasta el momento no sabía de que se me acusaba puesto que ningún oficial del ministerio público me lo hizo saber, que no habían presentado orden de aprehensión, le dije lo de la posición de castigo físico a la que me sometieron cerca de 5 o 6 minutos, los golpes en las corvas para que flexionara más las rodillas, las amenazas de tortura, desaparición, violación, de que golpearían a mis hermanos, me desnudaron y revisaron la garganta, vieron que tenía una pelota por angina; también iba una mujer, ella no nos revisaba, era como la de la PGR encargada de ver a los que revisaban, todos antes del inicio de la entrevista se presentaron y nos dijeron el motivo de su presencia, se retiraron.

Realmente no me acuerdo ya del orden de las revisiones, pero ese día miércoles nos volvieron a subir a los cinco y unos hombres muy bien y que tenía reconocimiento o relación con la ONU, también iban dos señoritas, nos dijo que nos iba a aplicar un cuestionario que estaba reconocido internacionalmente y que para eso tenía que salir el representante de la UEDO ya que éste es una fuente de intimidación, el de la UEDO se negó y surgió una discusión en donde acordaron que en la parte del cuestionario estaría y en la parte de la revisión médica saldría, además de ellos también estaban presentes dos doctores de la PGR, uno por uno fuimos pasando a revisión, ahí es donde me entero con detalle cómo habían torturado a mis hermanos y cómo había sido la detención de los dos señores que no conozco, ahí me aplicaron el cuestionario protocolario y me revisaron de pies a cabeza, una revisión médica correcta, oídos, garganta, presión, respiración, el corazón, todo, ahí le manifiesto mi enfermedad de la garganta, me revisa y lo reporta, les dice que debe suministrarse el medicamento específico requerido, hacemos una pausa y nos dan de comer, después continua la revisión a otro señor y ya nos sacan del cuartito y al salir me dicen que tenía visita y pude ver a dos de mis mejores amigas, las cuales me abrazaron y yo no sabiendo que podía abrazarlas puesto que siempre me decían que tuviera las manos metidas en las bolsas traseras, no las abrace y cómo me arrepiento de ello, platiqué un rato y les dije que las quería, me dijeron todo el desmadre que tuvieron que hacer para que las dejaran pasar y que fuera fuerte, me dijeron que según sabían sólo se me acusaba de posesión de arma de fuego, en eso un oficial me dijo que ya le pasara para adentro, me despedí y pasé a los separos, luego me sacaron y vi a mi hermana y al señor Felipe, la abracé y saludé pues tenía tiempo que no la veía, platicamos un rato y firmamos un amparo para que no fuéramos trasladados al CEFERESO Almoloya de Juárez “La Palma”, nos despedimos y otra vez a los separos.

Algo que olvidaba fue que el día miércoles por la noche nos subieron para que declaráramos ante la UEDO, cosa que no hice y me dieron a firmar una hoja de derechos y beneficios, donde decía que me reservaba el derecho a declarar, la cual firmé, después de eso, una periodista del periódico Milenio me dijo que si me podía entrevistar, le dije que sí, y me preguntó que dónde y cuándo me habían detenido y a qué me dedicaba, así como qué sabía de los que se me acusaba, le dije que era estudiante de dos carreras una en la UNAM y otra en la UAM-X y que me habían detenido como a las cuatro de la tarde cuando yo me dirigía al domicilio de mis hermanos donde iba a lavar ropa y a comer, le dije que mi detención había sido arbitraria, injusta e ilegal, con respecto a lo que se me acusaba le dije que yo no sabía nada, para entonces ya sabía que se me acusaba de los petardos de las sucursales de Banamex, cosa que yo sólo había visto por la televisión y ese día lo había pasado con mi novia, fue todo lo que le dije y ya me bajaron a los separos.

El viernes por la madrugada nos sacaron de los separos unos hombres encapuchados y me pusieron esposas por atrás, vi a mis hermanos y a los otros dos señores, al salir me preguntaron si tenía pertenencias, le dije que sí, me tuvieron que quitar las esposas y firmé de recibido, me pusieron las esposas atrás, me subieron a una camioneta y después me dieron mi morral con mis cosas, durante el trayecto, todos los oficiales o polis se burlaban de que los derechos humanos nos visitaron, ironizaban de que ¡huy! de ahora en adelante nos iban a tratar bien y que cuidarían su lenguaje y así todo el trayecto, hubo un momento en el cual el comandante dijo, ojalá les toque un sargento de esos malos del ejército para que les ponga una putiza, de repente paró el vehículo y se oyó que les dijeron que todos deberíamos de ir en un solo vehículo y que ellos no debían introducir armas, celulares, nada, nos quedamos ahí un rato hasta que se escuchó que se apresuraban porque más tarde nos recibían y se oyó mencionar que eran como las 6:30 de la mañana, ya de repente se arrancaron y entramos “a Almoloya de Juárez” alias la Palma, nos bajaron con la cabeza abajo, había un perro ladrando, me pusieron en la pared, me quitaron mis cosas, me catearon, todo pasó como en los videos que pasaron en la tele, me dijeron que contestara sí señor, no señor, me indicaron me quitara un zapato y el calcetín y luego en otro lado, me pasaron a una mesa donde me dijeron de mis pertenencias que traía de la PGR y firmé el recibo de conformidad, pasé a un punto elevado por un escalón, me desnudaron completamente y me ordenaron que hiciera tres sentadillas, luego me dieron un vaso de agua y que hiciera buches y escupiera, después me dieron una trusa, un pantalón, unos zapatos, una camisa, una chamarra y una gorra, me pusieron las esposas atrás y me recargaron con la cabeza a la pared y de frente a la pared con posición de revisión, me acuerdo que me temblaban las piernas, antes de que me esposaran, pasé a otra mesa donde firmé un recibo de la ropa que traía, ya oí cómo pasaban todos y cuando hubieron terminado un oficial me metió el brazo entre mi brazo con su mano en mi cabeza y me llevó casi corriendo con la cabeza y medio cuerpo hacia abajo hasta una celda, la 13 del pasillo 2, de “tratamientos especiales”, en la 14 quedó Héctor, en la 16 otro señor, 17 otro señor y en la 18 Antonio, después nos sacaron a que nos rasuraran, me tomaron fotos, huellas digitales, luego con el servicio médico me sacaron tres tubos de sangre, por cierto la enfermera jugó un rato con mi brazo y me dejó morado y hasta hoy todavía me duele y tengo un tono muy leve de morado, ahí le dije de lo de la garganta, me hicieron una historia clínica y en lo que insistían mucho era sobre si había consumido marihuana “aunque sea por curiosidad” les dije que no, que ni siquiera por casualidad, luego me dejaron recargado en posición de revisión como media hora, mis piernas temblaban sin poderlas controlar, me metieron a mi celda, me senté y pasó un oficial y me dijo “qué, muy cansado” y me tuve que parar, luego me sacaron en diferentes momentos y pasé al psicólogo, laboral, pedagogía, psiquiatría, criminología, trabajo social, casi en todo me preguntaban sobre mi familia y a qué me dedicaba y mis generales, después pasaron a darme toalla, 2 jabones de mano, peine, cepillo de dientes, pasta, cenicero, papel higiénico, zacate.

Otro día me dieron otra camisa, ya de mi talla, el pantalón me quedó chico y que luego me lo traían, pants, sudadera, tenis, calcetines, guantes, menos corta-uñas.

Como al segundo día ya nos dejaron sentarnos, también nos dieron colchón, dos cobijas, sábanas, almohada y funda para ésta, como al segundo día nos dieron el auto de formal prisión enterándome yo hasta ese momento de los delitos que se imputaban y también sabiendo porque nos habían metido aquí y que no estábamos acusados, qué tontería, después vi a mi hermana en locutorio, una noche tocó revisión, yo no sabía que era eso, revisaron mi celda, me dijeron que me bajara el pantalón y la trusa, ya me la bajé y después que me la subiera, me sacaron de mi celda y en ese momento se me acercó un oficial y me dijo “allá afuera eran muy vergas, pero aquí la verga es sólo negra y azul, así que si se quieren pasar de verga, los madreamos una vez y las veces que queramos, entendido” y dije sí señor, desde ese momento comprendí que aquí nos pueden hacer lo que quieran.

Durante todos los 13 días en “tratamientos especiales” o celdas para “castigados” no pude dormir bien por el constante abrir y cerrar de los cerrojos, con el tiempo, fue disminuyendo el ruido de los cerrojos, nos sacaban al patio como de 4 por 4, a veces a mi solo, otra vez con el señor Sergio, otras con mi hermano Héctor, pero nunca con el señor Pablo o Antonio, nos daban de comer bien, después nos separaron de Héctor y el señor Pablo y nos trasladaron al módulo 8 a los tres restantes, aquí está más tranquilo, claro que en la noche no se puede quitar uno la idea de que en cualquier momento si se les antoja nos pueden golpear, en la celda que es para dos estoy yo solo, igual Antonio y Sergio, a mi hermano Héctor y a Pablo los llevaron al módulo 6 y ellos comparten su celda con otra persona, la biblioteca nos la dieron desde que estábamos en tratamientos especiales, aquí en el módulo parece que todo está tranquilo, hasta ahorita y espero continúe así.

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